domingo, 13 de julio de 2014

CAPITULO 7, NOS VEMOS OTRA VEZ

CAPITULO 7, NOS VEMOS OTRA VEZ

Desde la llegada de Exveemon, una nueva tranquilidad había llegado a mi alma y a mi corazón.
Cuando Flamedramon murió, siempre me fue difícil seguir adelante y mantener el ánimo para soportar vivir en ese infierno, y era aún más difícil hacer que mis amigas pudieran mantener ese ánimo para seguir adelante. Sin embargo, desde el día en que ese dragón azul llego y comenzó a visitarme de vez en cuando a mí y a cada una de las chicas, el ánimo parecía recuperarse.

Las dos ocasiones en las que Exveemon había venido, más una tercera vez un día después, él siempre se quedaba un largo rato con cada una de las chicas. Por lo que yo veía desde la televisión de mi cuarto, y según lo que las propias chicas comentaban, Exveemon era alguien que no mostraba en ningún momento intensiones de tener relaciones sexuales, y aunque chicas como Rosemon, Lotusmon o LadyDevimon eran físicamente atractivas y despertaban deseos perversos en cualquier hombre, el dragón azul era respetuoso y muy amable. Exveemon escuchaba siempre lo que cada chica tenía que decir y contar de ellas mismas, permitiéndoles desahogarse y siempre diciendo frases o palabras lindas para animarlas, a veces acompañadas de leves caricias o abrazos, lo que siempre las hacía sentir mejor.


Sin duda este chico, sin importar quien fuera realmente o sus verdaderos motivos para venir, su presencia nos había devuelto a todas el ánimo que comenzábamos a perder desde que Flamedramon murió. Y de hecho algunas decían que Exveemon recordaba mucho a Flamedramon, y la verdad, es que si se parecieran, además del hecho de pertenecer al mismo tipo de digimon dragón. Pero como fuera, Exveemon había hecho mucho por nosotras, aunque lo que más me llamaba la atención era que el dragón no era tan cariñoso con las demás chicas como lo era conmigo.
Sus abrazos y caricias eran muchísimo más tiernas al entregármelas a mí, y era conmigo con quien más tiempo estaba. Todo esto me hacía preguntar si él me veía como alguien especial, o porque tal vez yo le gustaba, y aun mas… me preguntaba si él comenzaba a gustarme. Después de todo… junto a él me sentía… tan diferente.
No estaba segura aun de nada, además, aún tenía muchas dudas sobre él, las cuales esperaba poder aclarar, ya que solo así tendría una confianza completa en Exveemon. Aunque, después de su linda forma de tratarme y haberme escuchado y respetado, la confianza que le tenía era enorme, casi igual a la que tenía con Flamedramon.
Exveemon… es el primer hombre que me hacía sentir especial y que me trataba como una mujer, en vez un objeto para tener sexo. Realmente me gustaba estar con este chico y siempre que se iba, esperaba ansiosa el momento de volverlo a ver.


Habían pasado dos días desde su última visita.
Durante esos días, parecía que las cosas habían regresado a su curso original. Los hombres iban y venían. Los maltratos, insultos, golpizas en ocasiones, todo acompañado de sesiones de sexo terrible. Realmente no me alegraba que las cosas siguieran como siempre, aunque tampoco me sorprendía. Como dije, era una rutina a la que ya me había acostumbrado, pero de igual manera la detestaba. Pero además, el maltrato y el sexo eran, al menos para mí, mucho más dolorosos de lo que solían ser siempre. No me refiero a lo físico, debido a que pese a que el dolor podía ser horrible, al menos con algo de descanso podíamos recuperarnos de ese tipo de dolor. Me refiero al dolor emocional. Después de ser tan respetada y apreciada por Exveemon, llegar y ser maltratada y violada una y otra vez por hombres que no tenían la menor idea de cómo se debía tratar a una mujer, era muy doloroso.
Cuando un hombre terminaba conmigo y se iba, no solo lloraba como siempre por la tristeza de aun tener que tener que vivir lo mismo, sino que además… pensaba… en Exveemon. Mientras me encontraba sola hasta que llegara el siguiente bastardo a divertirse conmigo, solo pensaba en aquel dragón azul.
Él era sin duda diferente a aquellos hombres. Tierno, amable, alguien que escuchaba y que sabía lo que debía decir para poder consolarme. Pero no solo era su actitud, su forma de tratar a las mujeres y su forma de ser, también era su cuerpo. Tan musculoso, físicamente fuerte, de rasgos sumamente atractivos, era en cierta forma el ejemplo de lo que muchas niñas piensan que sería un príncipe azul, y creo que tal vez para mi él era… mi príncipe.
Pero había algo. Al pensar en Exveemon, pensaba mucho en su perfecto cuerpo de hombre, y era en ese momento en el que no podía evitar creer que… bueno… tal vez yo era tan pervertida como aquellos miserables que siempre venían. Aunque también… yo veía más que el físico de Exveemon, veía también su corazón, su espíritu, que era una de las cosas que más me gustaba de él.
Me había sentido increíble a su lado en esos tres días que había venido, que ahora que no había venido en verdad lo extrañaba.

En esos días, además de ser obligadas a tener sexo todos los días, eran días en los que en las noches había tormentas. Llovía con una gran fuerza, por lo que el frio que sentía era verdaderamente espantoso y agobiante, al punto de ser simplemente insoportable. Pero lo que tal vez se me hacía más terrible de aquellas noches de tormenta era sin duda los truenos. Durante esas noches los truenos caían demasiado cerca del edificio. La luz… el ruido. Los truenos eran algo que siempre me habían puesto muy nerviosa, aun de niña. De hecho… debería admitir que le tenía miedo a los truenos. Si los oía de lejos, como el día en el que sucedió lo de Yashamon no sentía nada, aunque igual me inquietaban. Pero… al escucharlos tan cerca, como durante esas noches… realmente me horrorizaban. El miedo hacia que mi cuerpo temblara, que mi pelaje se erizara y que cerrara los ojos y llorara. Tal era mi miedo que cuando escuchaba un trueno muy cerca, llamaba a mi madre, llorando y deseando que ella estuviera ahí, conmigo. Después de todo, cuando era niña y había tormenta… mi madre siempre me abrazaba fuertemente para poder calmarme y protegerme del miedo que sentía.
Pero ella no estaba ahí, y nadie podía cuidarme de ese miedo que sentía. Yo debería soportar aquel horrible miedo a los rayos, rogando por que el cansancio pudiera más que yo y así pudiera dormir, o que aquella tormenta terminara.
Después de dos angustiantes horas en las que sentí aquel espantoso miedo, hasta que la tormenta paro, casi al mismo tiempo en el que sentí como el sueño me ganaba y poco a poco me quedaba dormida. Pero antes de hacer mi viaje diario al mundo de los sueños, una última cosa cruzo por mi mente. Era la imagen de un dragón azul, tan hermoso de cuerpo, como de alma, y que… mientras pensaba en él… más significaba para mí.

-Exveemon… por favor ven… Te… Te necesito- fue lo último que dije antes de quedarme completamente dormida.

(POV del Autor)

Durante aquella noche, una horrible tormenta caía sobre una zona de bosque. En aquel lugar, había una pequeña bodega de concreto, la cual no tenía ninguna ventana. Fuera del lugar había tres digimons, como si esperaran algo. En el interior de la bodega, se encontraba Exveemon sentado en una silla, y frente a él, se encontraba Blackweregarurumon, con manos y piernas esposadas, y además amarrado con cadenas.

-Lamento un poco el que te encuentras tan atado- dijo el dragón azul –pero has demostrado tener una actitud verdaderamente molesta, por lo que debemos mantenerte controlado. Espero que colabores y respondas las preguntas que te hare-

La expresión del lobo negro solo reflejaba desinterés y locura, aunque parecía dispuesto a responder.
Exveemon le pregunto de donde concia el prostíbulo, de donde conocía a las chicas que en ese lugar se encontraban, y quienes eran.
Blackweregarurumon respondió esas preguntas. Menciono de donde conocía el local y a su dueño, así como lo que él tenía que ver con este, y todos sus negocios, que implicaban el secuestro de digimons hembras para usarlas como esclavas sexuales. Luego comenzó a decir en qué lugar había encontrado a cada una de esas chicas, y lo que cada una de ellas hacia antes, y quienes más estaban involucrados con él. Mientras hablaba, no mostraba ni una pizca de consideración por el dolor y el sufrimiento por el que aquellas chicas pasaban. Según sus propias palabras, solo le interesaba el dinero que recibía debido a la asociación que tenía con Digitamamon, al traerle más chicas, así como con otro jefe de otro prostíbulo, que él también controlaba. Siempre sonreía de una forma enferma y cada cierto tiempo, interrumpía las respuestas que daba para insultar a Exveemon. Le decía que era un homosexual, un dragón estúpido, o cosas más fuertes, solo para hacerlo enojar.
Sin embargo, nada de lo que había dicho había alterado a Exveemon. Ni siquiera su forma tan sínica de hablar al decir todo lo que sabía y había hecho, siendo que a él no le importaba el daño que había causado, tampoco hicieron enojar al dragón azul. Este se mantenía sumamente tranquilo.

Después de casi media hora él interrogatorio haba acabado. Blackweregarurumon, además de mostrarse incomodo por la forma en la que estaba inmovilizado, también mostraba una expresión de lo más extraña, casi de enojo mezclado con inconformidad. Tal vez, eso era debido a la serenidad que Exveemon mostraba pese a todos sus insultos y forma de hablar. Todo lo hacía porque quería sacar de quicio al dragón, pero no lo había conseguido.
Exveemon estaba a punto de marcharse, pero…

-Oye tú- dijo el lobo negro, y Exveemon volteo a verlo.
-¿ocurre algo?- pregunto el dragón azul.
-¿Por qué tanto interés en el negocio y las chicas? ¿Y cómo es que no te he provocado enojo con todo lo que te he dicho?-
-Bien, lo primero… son solo para… hacer negocios que necesitamos tu valiosa información. Y en cuanto lo segundo, simplemente no te hice caso cuando me insultabas. Tú no me haces enojar. Pero tengo una amiga que si está enojada contigo, y creo que le gustaría hablar contigo-

Exveemon abrió la puerta y entro una de las Garudamons que lo habían acompañado hacia algunos días. Esta Garudamon tenía su armadura y lanza igual a las que llevaba hacia días, pero se veía muy molesta y no dejaba de mirar al lobo negro con una mirada asesina.

-No debes hacer esto- le dijo Exveemon a su amiga, casi susurrándole –sabes muy bien que no vale la pena-
-Tal vez- dijo ella, susurrándole también –pero… si no lo hago… no me sentiré tranquila-
-Este bien, solo prométeme que te controlaras. Él recibirá su castigo de todos modos. Recuerda además… que no eres como ellos- poniendo su mano sobre el hombro de la chica –Tu eres una buena chica- regalándola una sonrisa
-De acuerdo- devolviéndole una sonrisa –y gracias-

Diciendo esto, Exveemon salió y dejo a ambos digimons solos. Garudamon se veía dispuesta a darle una golpiza a Blackweregarurumon, pero para dejarla tranquila, Exveemon cerró la puerta de la bodega.
Fuera, se encontraban Angemon y la otra Garudamon, quienes parecían haber estado al pendiente del interrogatorio.
Garudamon se quedó cerca de la bodega, esperando a que su compañera saliera, aunque también parecía querer ver cómo quedaría Blackweregarurumon después de la golpiza.
Exveemon por su parte, comenzó a caminar por el bosque, ahora que había dejado de llover, siendo acompañado con Angemon.
-Oye amigo- dijo el digimon ángel –dime ¿Cómo lo haces?-
-¿mmm? ¿De qué hablas?- pregunto el dragón.
-Tú sabes de lo que hablo. Ese sujeto te dijo muchos insultos y además es un cretino completo. No sé cómo lo aguantas-
-Simplemente es alguien que no vale la pena-
-Pero no es el primero. Te miro y me sorprende de que puedas mantenerte tan controlado con sujetos así. No creo que yo pudiera mantenerme así de tranquilo-
-No creas que es fácil. Créeme, hay ocasiones en las que quisiera meterles un puño en la cara-
-entonces ¿porque nunca lo has hecho? Debes admitir que todos ellos se lo merecen-

Exveemon se detuvo unos pasos delante de su compañero, haciendo que él también se detuviera.

-la respuesta es muy sencilla- dijo el dragón, mirando al digimon ángel con una sonrisa –si yo hiciera eso, me volvería igual a ellos y sería igual de cretino. Por eso simplemente los ignoro. Ahora vámonos, aún tenemos trabajo que hacer- comenzando a caminar.
-De acuerdo- dijo Angemon, así, ambos siguieron con su camino.

(POV de Renamon)

Al día siguiente, no ocurrió nada fuera de lo normal. Me levante, fuimos a desayunar, la misma rutina de siempre. Sin embargo, en esa ocasión hubo algo diferente, pero no precisamente bueno. Digitamamon apareció en el comedor y según decía, tenía un anuncio importante que hacer.

-Bien, escúchenme todas ustedes- dijo el digimon huevo con su típico tono rudo y altanero –tengo buenas noticias. Hay nuevas integrantes a nuestra familia y nuestro negocio, así que espero que le den una calurosa bienvenida. Ya, pueden entrar- mirando a la entrada del comedor-

En ese momento, la puerta se abrió y entraron tres digimons.
Primero fue una Cho Hakkaimon. Su apariencia era sin duda de lo más curiosa, con una enorme cabeza de peluche de cerdo sobre su cabeza, y guantes y botas del mismo estilo. Además tenía una buena figura, aunque sus pechos eran un poco más pequeños de los de la mayoría de nosotras. Detrás ella, venia una Guilmon. Jamás había visto a una hembra de esa especie. Ella al no usar ninguna clase de traje, tenía expuestos sus pechos, que eran bastante grandes. Al final, venia una Falcomon, la cual tenía su chaleco purpura abierto. Debajo tenía una malla, que permitía ver su plumaje y sus pechos.
Las tres eran hermosas físicamente, pero tenían una marcada expresión de tristeza que las invadía. Se veían destrozadas y suponiendo que hubieran sido secuestradas igual que nosotras, era entendible, además que en sus cuellos llevaban puestos los mismos collares que el resto de nosotras, por lo que ellas también se encontraban privadas de sus poderes.
Al entrar al comedor, las chicas se sentaron juntas en una mesa alejada de las demás. Yashamon, quien se veía casi por completo recuperado de sus antiguas heridas, les dejo a las jóvenes su comida, que era lo mismo que comíamos las demás. Las pobres se veían muy desanimadas y pude notar que Guilmon pasaba una de sus garras con suavidad por su abdomen mientras trataba de contener sus lágrimas, y que Cho Hakkaimon veía su entrepierna, y luego con una expresión de miedo cerraba las piernas con fuerza. Estaba más que claro que a ellas también las habían violado antes de dejarlas ir al comedor, desde el momento en que hubieran sido traídas a ese lugar.
Todas las mirábamos y luego nos mirábamos entre nosotras. Entendíamos como se sentían esas pobres chicas, y tal vez era por eso mismo que nadie se atrevía a decirles algo para animarlas, por en el fondo sabíamos que eso no serviría de nada. Pero yo seguía viéndolas y realmente me ponía muy triste verlas así.
Espere un poco más, pero nadie se acercaba a nadie y nadie les decía nada. En ellas… me veía a mí misma, y a las demás chicas la primera vez que llegamos a ese lugar, y por eso sabía que no debía dejarlas así. Me acerque a ellas tres, llevando mi comida y luego me senté a su lado. Creo que las sorprendí al sentarme con ellas, pero cuando voltearon a verme, lo único que hice fue sonreírles, pero no con una sonrisa falsa como las que podrían usar otros en casos como ese, sino una sincera.

-Hola- les dije –mi nombre es Renamon ¿y ustedes?-

Cada una se presentó, y explico brevemente de donde venía cada una, ya que… de todos modos, necesitaban hablar con alguien. Falcomon, pese a ser tan joven, trabajaba en un Spa como masajista. Le gustaba su trabajo y se llevaba muy bien con todos sus clientes. Guilmon vivía en los bosques y tenía un pequeño campo donde cultivaba toda clase de verduras para vender. Finalmente, Cho Hakkaimon vivía en un pueblo donde tenía una pastelería. Las tres tenían trabajos, familias, una vida, y por lo que me dijeron, alguien a quien amaban, por lo que ahora, ser arrancadas así, tan abruptamente de esa vida a una de maltratos, no era nada fácil.
Ahora que me habían dicho todo lo que tenían que decir, ya no tenían ganas de hablar más y se sentían más desanimadas. Pero… el verlas así… solo me hizo intentar animarlas, del mismo modo en que mi amiga Flamedramon lo hacía.
En ese momento no recuerdo muy bien que fue lo que les dije exactamente, pero básicamente, les había dicho que aunque ahora todo se viera oscuro y triste, ellas no debían perder su espíritu y debían mantenerse siempre firmes, sin perder nunca la esperanza, y sobre todo, les dije que nunca estarían solas porque todas nosotras pasábamos por lo mismo, y por eso, nos apoyábamos entre nosotras.
Al escucharme, ellas parecieron sentirse mejor, y las demás chicas, que también me habían escuchado, se acercaron a las tres digimons, hablando con ellas y mostrándoles que efectivamente… no estaban solas.
Esto hizo nuestra mañana mucho más agradable.
Después del desayuno, todas nosotras tuvimos que regresar a nuestras habitaciones.

En la tarde, ya estábamos preparadas para todo lo malo que tendríamos que soportar ese día. Sin embargo, durante esa tarde comenzó a llover fuertemente. Eso me tranquilizo, e imagino que mis amigas también estaban tranquilas, ya que en tardes de mucha lluvia como esa, normalmente no venían clientes, aunque no siempre era así.
Durante casi toda la tarde, estuvimos solas y eso me dejo muy tranquila. Estuve a punto de quedarme dormida, debido a que nadie venia. Pero antes de dormirme, pensaba un poco en algo que no me permitía estar completamente tranquila.
En esos días de lluvia no solían venir clientes. Pero… tal vez por eso mismo, tal vez no vería a mi dragón azul ese día.
Me recosté de lado, mirando a la pared en la que estaba cerca la cama. Pasaba mis garras suavemente por la pared, pensativa y ahora, un poco decaída.

-Me pregunto… si hoy tampoco vendrás- dije en voz baja, sabiendo bien que no había nadie escuchándome –Tal vez… tienes muchas cosas que debes hacer. Después de todo, haya afuera… tú tienes una vida. Y yo… no soy lo más importante en ella-

Me era un poco triste pensar en ello, pero era cierto. Él tenía una vida y yo no era parte de ella. Pude escuchar la puerta de mi cuarto abrirse, haciendo que saliera de mis pensamientos. Sentí un gran fastidio, creyendo que lo más probable es que se tratara de un degenerado, por lo que no le di ninguna importancia.
Hasta que…

-Hola Renamon ¿Cómo has estado?- me dijo una voz familiar –Es bueno llegar y solo encontrarlas a ustedes, sin ningún idiota rondando por aquí. La lluvia a veces es una gran aliada.

En ese momento, mi fastidio desapareció cuando reconocí esa voz, que solo podía pertenecer a alguien.
Me levante para asegurarme que no había escuchado mal, y fue cuando lo vi.
Quien había llegado era Exveemon, quien me regalaba una linda sonrisa. Se sentó en la cama a mi lado, y fue cuando note que estaba empapado de pies a cabeza. Así de mojado se veía gracioso y adorable y no pude evitar reírme, aunque intente disimularlo tapándome la boca.

-¿te ocurre algo?- me pregunto, notando mi risa.
-Nada- dije, tratando de contener mi risa–es que te ves muy simpático así de mojado. Me sorprende que hayas venido con este clima tan malo-

Nuevamente me comencé a reír, y él comenzó a sonreír de una forma más bien traviesa.

-Mucha risa ¿no? ¿Zorrita?- dijo, acercándose más a mí –Veamos si te sigues riendo después de esto-

Entonces, comenzó a sacudirse, haciendo que toda el agua que lo cubría me callera encima. Ahora yo estaba empapada y parecía una cachorra mojada. Con esa apariencia, Exveemon ahora era quien se reía de mí.

-con que esas tenemos ¿eh?- dije, sonriendo y tomando la almohada de mi cama –entonces… ¡recibe esto!- golpeándolo con la almohada.

Con una sonrisa, Exveemon tomo la sabana de mi cama y comenzó a pegarme. Y así, comenzó un divertido juego en el que ambos nos pegamos y tratábamos de huir uno del otro para evitar los golpes, lo que era algo complicado debido a que la habitación era muy pequeña, pero hacia más divertido el momento.
Este juego resulto bastante divertido, y no nos dejábamos de reír y continuar con esto.
Creo que después de una media hora, ya estamos cansados y sudamos un poco, además de que todavía nos encontrábamos mojados. Pero aun así, nos habíamos divertido mucho. Nos dejamos caer sobre la cama, mientras todavía nos reíamos.
Poco a poco nos empezamos a dejar de reír, y nos dimos un fuerte abrazo. Después nos separamos un poco y nos dedicamos más que todo a mirarnos y a sonreír, regalándolos leves caricias el uno al otro. Aunque no lo decía, tener a Exveemon a mi lado en ese momento me llenaba de una gran alegría. Sus caricias se sentían tan suaves que me hacían sentir una agradable sensación de calma, y con ver su rostro, había olvidado todo lo malo que me había pasado en esos días hasta ahora.

-Exveemon…- dije, sin dejar de verlo.
-Dime- me dijo él, haciendo lo mismo que yo.
-Gracias por haber vuelto amigo. No sabes la falta que me has hecho-
-¿Enserio te hice tanta falta?-
-Créeme, ha sido difícil soportar estos días, mas… sin ti aquí-
-Lamento no haber podido venir antes-
-No te preocupes. Sé que debes asuntos propios, cosas de las cuales debes preocuparte, así que…-
-Renamon…- dijo él, tomándome de las manos, sorprendiéndome un poco –Es cierto que he tenido muchas cosas que hacer pero… si quieres que te sea sincero… mi asunto más importante ahora… es estar contigo… y seguir apoyándote y animándote… para que así puedas soportar estar encerrada aquí-

Al escucharle decirme eso, hizo que me sonrojara y por un momento me quede sin habla. Nunca creí que me afectara de esta forma saber que yo era importante para él pero… me alegraba haberlo escuchado. No pude decirle nada, simplemente le di un beso en la mejilla, como una muestra de agradecimiento por sus lindas palabras, y con ese gesto, le saque una sonrisa.
Después de eso, ambos estuvimos un largo tiempo en silencio, disfrutando de la compañía del otro. Sin embargo, ahora que estaba con Exveemon, tenía muchas ganas de hablar, pero no se me ocurría sobre que podríamos conversar.
Mientras pensaba, seguía viéndolo de arriba abajo. Me sentía invadida de un sentimiento de ternura y calma de solo verlo. Él era mejor hombre que hubiera conocido hasta ahora. Pero al mismo tiempo, no podía evitar pensar que haya afuera, él tenía una vida, amigos, y tal vez… tuviera una mujer que era la dueña de su corazón. No sabía porque, pero esa idea no me gustaba, pero logre no demostrarlo en mi rostro.
Sentía muchos deseos de preguntarle sobre ello, pero no deseaba sonar muy impertinente o que él pudiera pensar mal de mi.
Después de pensarlo, decidí hablar del tema, haciendo lo posible por no sonar como una metiche.

-Me gusta que me acompañes y estar junto a ti Exveemon- comencé a hablar, acercándome más a él y regalándole un abrazo –Es agradable tener a alguien especial a tu lado. Solo espero… que quien es especial para ti… no se moleste porque vienes a verme-

De acuerdo, creo que eso no sonó también como había pensado.
Por un momento, Exveemon me miro un poco confundido, pero rápidamente cambio esa expresión por una gran sonrisa.

-Es curioso que digas eso- dijo el dragón azul –porque la verdad es que… en estos momentos solo tú eres especial para mí-
-Pero… tú debes tener… bueno, debes tener… a alguien más. Ya sabes, debes tener una novia- dije, un poco sorprendida por mi propio comentario.
-La verdad… no es así- dijo, pasando su mano por mi mejilla –jamás he tenido novia-
-¿Lo dices enserio?- dije, y extrañamente, me sentí muy bien cuando me dio esa respuesta.
-Suena como si no me creyeras. ¿Por qué creías que yo tenía novia?-
-Bueno… yo- dije, algo nerviosa y sin saber que más decir -yo pensé que tenías novia por… bueno, tú forma de ser y de tratarnos. Eres amable, atento y tierno. Tú no nos maltratas ni nos lastimas, sino que nos tratas con respeto y con cuidado. En otras palabras, tienes un corazón de oro. Además… eres un chico muy apuesto y fuerte…- dije, bastante nerviosa por haber sonado como alguien superficial con eso último, aunque todo lo que había dicho era cierto –y… bueno, esa tal vez sería la razón por… por la que creí que debías tener a una mujer a tu lado-
-Jmjmjmj, bueno- dijo Exveemon, sonriéndome –Soy hombre, y como tal he sentido el deseo de tener una mujer a mi lado, con quien compartir mi felicidad… mis sentimientos. Pero soy paciente, y esperare a que la mujer indicada aparezca-
-¿la mujer indicada?- pregunte.
-una mujer por la que realmente yo sienta amor y con quien realmente desee estar. Alguien a quien yo quiera y que ella también sienta amor por mí. Por lo mismo…- cerrando sus ojos, como si estuviera pensando –nunca tendré relaciones sexuales con ninguna mujer, hasta que encuentre a la indicada. Y… tengo el presentimiento que la encontrare pronto-

Eso en verdad me enterneció. Se notaba que él no estaba ansioso por vivir una experiencia sexual, sino que estaba dispuesto a esperar a hacerlo con alguien a quien en verdad amara. Ojala y yo hubiera tenido esa oportunidad.

-¿alguna vez te has enamorado?-
-mmm… aun no. Pero soy paciente- volviéndose a verme -¿Por qué tan interrogativa el día de hoy señorita?- sonriéndome.
-Bueno, no se mucho de ti y… bueno… quería preguntarte algunas cosas. Yo te conté cosas de mí, así que supongo que tengo derecho.
-jmjmjm, tienes razón- dijo, pasando su mano sobre mi cabeza, con mucha suavidad –pero no es la razón por la que soy así. Siempre he sentido mucho respeto y cariño hacia las mujeres. Digamos…- desviando un poco la mirada –ha habido algunas en mi vida que me han apoyado. Esas mujeres han sido como madres, hermanas y amigas, y me han hecho quien soy ahora-
-Entonces ellas te han hecho un buen hombre- devolviéndole el gesto.
-Y bien, ya que estamos aquí… ¿hay algo más que desees preguntarme?-
-Hay muchas cosas que deseo saber de ti-
-Entonces siéntete libre de preguntarme lo que quieras y yo haré lo posible por responder tus preguntas-

Cuando me dijo eso, me sentí un poco más tranquila y más libre para poder hablar y aclarar mis dudas sobre Exveemon.
Le pregunte en donde venía y solo me dijo que estaba viviendo en un lugar el cual se encontraba detrás de las montañas, aunque normalmente se encontraba en constante movimiento. Quise preguntarle si tenía familia, pero en cuanto lo mencione, lo note algo distraído. Creo que no tenía demasiados deseos de hablar sobre ellos. No sabría el por qué, pero no deseaba molestarlo o hacerlo sentir mal, por lo que no quise seguir hablando del tema.
Como él había mencionado que tenía amigos, quise saber un poco de ellos. Me conto que en ese lugar donde él vivía, vivían también otros digimons, tanto hombres como mujeres y la mayoría de ellos se habían convertido en buenos amigos suyos, y que siempre se habían llevado muy bien.
Pensando en que más podría preguntarle, quise saber que era lo que él hacía, cuáles eran sus gustos o pasatiempos. Creo que lo primero que se me vino a la mente seria que le gustaban los deportes o entrenar. Curiosamente, él me dijo que efectivamente le gustaba entrenar y los deportes, pero además… me había mencionado que además, le gustaba mucho leer, volar, y pensar.
Así, pasamos un largo rato, en el que él me seguía contando más sobre sí mismo.

-Bueno, creo que ya hemos hablado mucho de mí- dijo –Ahora a mí me gustaría preguntarte… ¿tú te has enamorado?-

Por un momento me quede muda, y es que esa pregunta me había tomado por sorpresa. Pensé muy bien lo que diría antes de contestarle. Una vez que tuve mi respuesta, puse mi mano en su mejilla.

-como ya te lo dije, yo ame a mi amiga Flamedramon. Cuando la perdí… creí… que jamás podría sentir amor por alguien. Más en este lugar todos los hombres son basura. Pero… creo que tal vez le dé una oportunidad más a mi corazón… para aceptar a alguien más- le dije, con una gran sonrisa, y algo roja. Creo que no podía ocultar que… tal vez era de él de quien hablaba, y eso lo hizo sonrojarse un poco, pero al mismo tiempo lo hizo sonreír.

Después de esto, solo nos dedicamos a hablar sobre cualquier cosa. No había nada más importante de lo pudiéramos hablar, pero queríamos seguir haciéndolo, únicamente para poder hacer aquel momento más agradable. Finalmente, no tuvimos ninguna otra cosa de la que pudiéramos hablar, y simplemente dejamos pasar el tiempo.
Finalmente, era tarde, y había llegado el momento de decirnos adiós, pero prometiéndonos que nos volveríamos a ver. Cuando lo vi salir de la habitación, sentí deseos de abrazarlo y retenerlo conmigo. Quería que él se quedara conmigo, pero sabía que no podía ser así, pero sabía que él volvería, por lo que yo sabía que todo lo que debía hacer era esperarlo, pero ahora que lo había vuelto a ver, sería capaz de esperar hasta la próxima vez que viniera a verme.

(POV del Autor)

Aquella noche, la lluvia ya había cesado, y ahora el cielo se encontraba despejado. Exveemon se encontraba sentado sobre una gran roca, el cual se encontraba en una colina bastante empinada, a cientos de kilómetros del lugar en el que estuvo hacia algunas horas, el lugar donde había estado en compañía de aquella joven zorra amarilla, que había tenido a su lado hacia tan poco.
Desde su posición, él podía admirar todos los bosques, praderas y montañas que se encontraban en ese lugar, así como el hermoso cielo nocturno, lleno de estrellas y una hermosa luna menguante. Aunque… no podía negar que hubiera querido que Renamon pudiera estar con él, y no en esa prisión. No había advertido que su amigo Angemon había llegado y lo había estado observando desde hacía un rato, sabiendo muy bien lo que cruzaba por la mente del dragón.

-Piensas en esa chica ¿verdad?- dijo el Ángel, rompiendo con el silencio que había mantenido hasta ese momento.

Exveemon no se sorprendió para nada de escucharlo, simplemente volteo a verlo y le hizo un gesto para se sentara a su lado.

-No te puedo culpar por eso- continuo –tú eres el más preocupado de nosotros por cualquier mujer en su misma situación, y ya has conocido a muchas chicas así. Además de que esa chica ha pasado por mucho, por lo que me has dicho. Pero… es la primera vez que te veo tan preocupado en alguien en especial-
-Lo sé- dijo Exveemon, dando un largo suspiro –pero… ella… me hace sentir… especial. Ella me necesita, pero… siento… que yo también la necesito-

Exveemon se veía demasiado confundido, pensativo y distraído, casi como si su mente se encontrara en otro planeta. Eso era algo que nunca le sucedía. No era normal en él.
Sin embargo, para Angemon, el ver a su amigo así le hizo sonreír, porque sabía lo que todo eso significaba.

-Amigo mío- dijo el ángel, colocando una mano sobre el hombro del dragón azul, regalándole una sonrisa –parece que la mujer indicada… siempre has dicho que has esperado para que sea tu novia… ya ha aparecido-

Ante ese comentario, Exveemon se había sonrojado mucho, pero al mismo tiempo, sonreía de la misma manera ya que si lo pensaba, Angemon tenía toda la razón.



Continuara…

No hay comentarios:

Publicar un comentario