sábado, 29 de marzo de 2014

CAPITULO 3, UN DÍA DE DESCANSO

Mi día había empezado, extrañando mi hogar y mi vida anterior a la pesadilla que estaba viviendo ahora. Había estado triste, pero gracias a las palabras de mi amiga Flamedramon, pude recuperar un poco los ánimos, algo que en un lugar tan miserable es muy importante, ya que con los ánimos de seguir adelante, viene también la fuerza de luchar y seguir, así como la esperanza de que todo un día mejoraría.

Eran cosas que yo ya estaba perdiendo, pero que por algún motivo, Flamedramon no perdía, pese a todo lo malo que le sucedía y a lo triste que podía terminar de una noche de maldito trabajo. Envidiaba eso, pero también deseaba tener la misma fuerza que ella tenía, aunque ella parecía siempre dispuesta a darme un poco de aquella fuerza.

Salimos de mi habitación y nos dirigimos hasta el comedor de aquel lugar.

El comedor, al igual que nuestras habitaciones, tenía paredes de un color gris, igual de húmedas y malgastadas que las de nuestras habitaciones, y ventanas altas con rejas. Lo único bueno del comedor, si es que realmente hubiera algo bueno en ese lugar, era que el comedor era amplio, con un techo alto y muchas ventanas, haciéndolo un lugar iluminado y menos deprimente que nuestras habitaciones, pero nuestros collares estaban permanentemente en nuestro cuellos, por lo que escapar no era una opción viable.

Había muchas mesas y nos sentamos a esperar el desayuno, que era servido por el único hombre a parte de Digitamamon que trabajaba ahí, un Yashamon. Este digimon parecía ser el cocinero del lugar. Era bastante amable aunque no hablaba mucho, y por lo que me decían sus ojos, no solo a mí sino a todas, es que él se sentía casi igual a nosotras. Nadie lo abusaba ni nada, pero se sentía un prisionero y sin valor. Pero además, entre algunas de las digimons, corría el rumor de que en las noches, Yashamon era puesto en una habitación similar a las nuestras para ser abusado por digimons hembras que frecuentaban ese lugar. La verdad no sabía si este rumor era cierto, pero él llevaba un collar parecido al nuestro, por lo que podría ser verdad.


Yashamon nos saludó de forma muy gentil y nos sirvió a cada una un plato con nuestro desayuno, el cual consistía en dos panes, unos huevos revueltos y un poco de tocino, acompañado de un vaso de leche, que algunos días podía cambiar a una taza de café, té de hierbas o jugo de frutas. Era poca comida, más para recuperar nuestras fuerzas después de lo que pasábamos cada noche, y el propio Yashamon se veía triste de que solo nos tocara comer eso, como si quisiera darnos más, pero Digitamamon no daba más comida, y lo que era peor, él comía en una sala aparte del comedor, conectada únicamente por una puerta siempre cerrada y una ventana que permitía verlo, comiendo carne, pan, frutas, queso, vino, y muchas otras cosas como si solo él viviera ahí.

Una vez acaba de servirnos el desayuno, Yashamon saco el suyo, que se limitaba a un termo de agua y un pan. Todas entendíamos el gran esfuerzo que él hacia porque comiéramos bien, por lo que siempre le dábamos las gracias y le regalábamos una sonrisa, y eso siempre parecía alegrar su día un poco.

Todas empezamos a comer, sin mucha prisa para saborear y disfrutar de la comida todo lo posible, sabiendo muy bien que no volveríamos a comer sino hasta el mediodía y esa sería nuestra última comida hasta el día siguiente.

Todo estuvo en un incómodo silencio durante el desayuno. Unas comían, pero sus rostros reflejaban una tristeza demasiado marcada que reflejaba el dolor, no solo físico sino emocional de la noche anterior. Otras no podían ni comer porque se la pasaban llorando en silencio, no por la comida, sino por seguir en ese lugar. Las más jóvenes no comían, sino que les regalaban su desayuno a las digimons mayores, con la idea de que ellas debían consumir más comida por ser quienes más se esforzaban, un gesto muy considerado de su parte y que las digimons mayores agradecían en verdad.

Por mi lado, yo igual me sentía humillada, triste y aun dolorida de lo que pase la noche anterior, y aunque intentaba no demostrarlo en mi rostro, aunque sabía que eso no era sencillo de hacer. Estuve comiendo sola por un buen rato hasta que Flamedramon llego y Yashamon le sirvió su desayuno.

Ella había tenido que ir al baño. Sin embargo, siempre que ella llegaba, se veía cansada, incluso con una que otra gota de sudor corriendo por su rostro.

Me parecía algo muy extraño y en el tiempo que llevaba en ese lugar siempre me había preguntado que podría ser lo que realmente hacía, pero jamás me había atrevido a preguntarle, en especial porque cuando iba a la mesa donde yo me sentaba, me saludaba sonriendo.

Lo primero que hizo, como siempre, fue buscarme y sentarse a mi lado. A Diferencia de las demás, ella comía muy rápido y siempre con una sonrisa en los labios. A ella no se le notaba ni tristeza ni lágrimas en su rostro, sino que se veía contenta y en ocasiones hacia comentarios como "Hoy el sol brilla más que antes", "me siento muy bien" o "será un buen día para todas", siempre en voz alta y haciendo un escándalo, como si no tuviera idea de donde nos encontrábamos, pero al mismo tiempo, contagiando un poco de esa alegría a todas las demás.

Quería hablar un poco con ella, pero antes ella tuvo que hacer algo más.

Justo al lado de nuestra mesa, estaba Lunamon sentada en otra mesa junto a Ladydevimon. La joven se veía muy mal. Ella había llegado poco después de mí y anoche había tenido su primera o segunda experiencia sexual y haba sido horrible. No solo el hecho de chupar el pene de un digimon, lo que por cierto le había desagradado mucho por lo que se podía ver, era la forma en que la habían maltratado, tanto física como con palabras.
Ella había perdido su inocencia demasiado pronto, y no estaba preparada para la realidad que estaba viviendo. No era alguien que debiera estar ahí, pero lo estaba y eso la entristecía mucho. La digimon demonio intentaba consolarla pero le era imposible, porque, aunque ella era mucho mayor, se sentía igual, o peor que ella. Llevaba, según se le había escuchado decir en una ocasión, más de tres años, y había estado con más de doscientos digimons. Un verdadero infierno, y eso la hacía incapaz de decir algo que animara a la pequeña digimon.

Viendo por lo que pasaban las dos chicas, Flamedramon me dejo sola por un momento para acercarse a ella, comenzando con Lunamon.

-Buenos días Lunamon- le dijo la chica de fuego con una sonrisa, pero la pequeña digimon blanca no le hizo demasiado caso ni tampoco le devolvió la sonrisa –hoy es un nuevo día, no deberías estar llorando-

Por un momento pareció que las palabras de Flamedramon se perdieron en el viento, Lunamon siguió sin verla y mantenía su vista por el suelo.
A pesar de la apariencia de la chica, Flamedramon no dejo de sonreírle y se sentó a tu lado.

-Comparado con otros días, este es un muy buen día ¿no te parece?-
-¿Cómo puedes decir esa clase de cosas?- pregunto Ladydevimon enojada, levantándose y golpeando la mesa, lo que hizo que su vaso a medio llenar se cayera, rompiéndose en mil pedazos y llamando la atención de todas nosotras y la de Yashamon -¡mira a nuestro alrededor, míranos a nosotras!- haciendo un gesto con su mano con el que rodeaba todo el comedor, al mismo tiempo que nos señalaba -¡mira esto que tenemos en nuestro cuello!- tomando el collar de que tenía, el mismo que todas teníamos -¡todas nosotras no somos más que prisioneras, siempre seremos lo seremos, no somos más que unas putas y…!- dejo caer sus manos sobre la mesa, dejando caer varias lágrimas de sus ojos –jamás seremos libres. Siempre viviremos aquí, jamás seremos libres. Y… siempre habrá más digimons que sean traídas aquí… jóvenes e inocentes- mirando a Lunamon -y siempre sufriremos, siempre sufriremos… y esto jamás terminara, jamás-

Las palabras de Ladydevimon nos caían a todas como un balde de agua helada y lamentablemente eran verdad. Algunas llevaban varios años de maltratos y violaciones en ese lugar. Otras, como yo, solo tenían unos cuantos meses, pero en ese poco tiempo ya sabíamos lo terrible que era la vida en ese lugar, y aunque doliera, ya nos habíamos resignado a salir de ese lugar alguna vez.

Sin embargo…

-jmjmjm, no crees nada de lo que acabas de decir- dijo Flamedramon, aun sonriendo y acercándose un poco más a la demonio, habiendo solo un par de centímetros entre ellas –a pesar de todo lo que dices, no lo dices de verdad, solo lo dijiste porque estas enojada-
-tú no puedes saber cómo siento- respondió a la demonio aun molesta –tú lo único que sabes es sonreír como una tonta y decir cosas estúpidas. Alguien como tú no entiende que vivimos día a día, violadas, maltratadas, solo nos quieren para el sexo– se dejó caer sobre la mesa, llorando y mientras su cuerpo temblaba, recordando uno a uno por todo lo que había pasado este –no nos quieren para nada mas, no nos quieren para nada… nadie nos quiere, por tu forma de actuar… tú no puedes saber lo que es eso-

Ladydevimon parecía inconsolable, y después de todo lo que ella había pasado no era para menos. Según ella misma había dicho en alguna ocasión, ella llevaba más de tres años y había estado con muchos machos, y ninguno de ellos la había tratado con respeto, ni amor, ni nada, solo la habían usado como cualquier objeto. Su enojo y tristeza estaban justificados.

Pero a pesar de saber todo eso, Flamedramon se acercó a ella, cuando debería dejarla sola.

-yo lo sé Ladydevimon, lo sé muy bien- llevando una de sus manos a su entrepierna. Verla hacer eso sorprendió a la digimon oscura un poco, era un gesto como queriendo decir "yo fui violada también". Al mismo tiempo, con su otra mano acariciaba el cabello de la chica demonio.
-entonces… ¿Por qué dices siempre cosas así siempre? No vale la pena que intentes alegrarnos sabiendo bien la verdad de nuestra situación. No tienes por qué engañarnos con palabras alegres y falsas esperanzas, y tampoco intentes engañarte a ti misma, como si nada de lo que hemos pasado hasta ahora no estuviera pasando-

Cuando Ladydevimon dijo eso, el comedor se quedó en silencio. Cuando yo la escuche decir eso, tuve la sensación de que tal vez Flamedramon se sentiría ofendida o triste por las palabras de la chica demonio, y lo único que se me ocurrió fue levantarme de mi lugar y acercarme a mi amiga, creyendo que ella podría necesitar de mi apoyo y además, para evitarle algún problema mayor con Ladydevimon.
Sin embargo, cuando ya estaba muy cerca de acercarme a ella, volvió a sonreír y mantuvo su mirada fija en la chica oscura. Parecía que todas las palabras que Ladydevimon habían quedado en el aire, pero la verdad es que no era así.

-Entiendo todo lo que me has dicho- dijo la dragona azul –y si te he hecho sentir mal con mis palabras, creo que lo único que puedo hacer por ti es pedirte perdón. Yo entiendo todo lo que estamos pasando, pues yo también lo he vivido y sé que es una situación terrible y muy dolorosa. La razón porque siempre digo esas cosas optimistas es muy sencilla-
-¿y cuál es?- pregunto Ladydevimon.
-Para que, aunque día a día sigamos viviendo en este mismo infierno, no pierdan el ánimo y la esperanza nunca, porque si llegaran a perderla, siempre sufrirán, estarán atrapadas y jamás podrán salir adelante. Yo no pierdo las esperanzas en que un día todo mejorara, y tampoco quiero que ustedes las pierdan, y es por eso que siempre digo esas cosas-

Después de que Flamedramon dijo esto, nuevamente el comedor se había quedado en silencio, pero esta vez el ambiente era muy diferente. Todas, incluyéndome se sentían tocadas por las palabras de la chica de fuego y algunas lágrimas se escaparon de los ojos de algunas. Todas entendíamos por qué Flamedramon nos decía siempre esas cosas y la verdad es que le estábamos muy agradecidas.

Durante el resto de la mañana todas seguimos comiendo, tranquilas y disfrutando de nuestro sencillo desayuno y de la compañía de nuestras compañeras. Después de lo que había pasado, ya no tenía preguntas que hacerle a mi amiga, y seguramente todas evitarían sentirse tristes o afectadas por lo que vivían día a día en ese lugar.

Un par de horas después habíamos terminado nuestro desayuno, pero no fue necesario que regresáramos a nuestras habitaciones.
Poco antes de que termináramos de comer, Digitamamon había llamado a Yashamon para decirle algo.
Todas nos sentíamos muy nerviosas por lo que le podría decir al único buen hombre que conocíamos en ese lugar, y cuando regreso con nosotras, las preguntas no se hicieron esperar. Prácticamente estábamos sobre el pobre Yashamon y no lo dejábamos ni respirar.
Poco a poco nos calmamos y lo dejamos hablar.

-Bueno- comenzó a hablar el digimon enmascarado –según Digitamamon me acaba de informar, ha informado que él día de hoy lo tienen libre, por lo que hoy no están obligadas a regresar a sus habitaciones. Eso es todo

Creo que en cuanto dijo eso, todas nos pusimos como locas, porque no dejábamos de gritar y saltar de alegría. Yo que llevaba un mes, sabía que un día libre era algo que me hacía mucha falta. A las que llevaban más tiempo también lo necesitaban y según decían, un día libre era algo poco común, que sucedía un mes de por medio que valía la pena aprovechar.

Todas pensábamos en que haríamos con ese día libre, todas menos una. Poco después de que Yashamon nos dio el comunicado, Flamedramon salió del lugar, diciendo que tenía que ir al baño.
A todas se les hizo algo normal, pero a mí no.

No estaba del todo segura, pero Flamedramon siempre iba al baño de dos a cuatro veces seguidas en un día, y no se me hacía tan necesario que alguien fuera tanto al baño y la verdad es que me comenzaba a preocupar sobre la razón por la cual iba tanto al baño.

Cuando Flamedramon salió del comedor, me fui tras ella, procurando que no me viera.
No tardó mucho en llegar a uno de los pocos baños que había en ese enorme mansión y encerrarse en el. Yo la había seguido todo el tiempo y afortunadamente no me había visto.
Con cuidado, abrí la puerta del baño, procurando no hacer mucho ruido y asomándome para poder ver lo que hacía Flamedramon. Sé que parece una estupidez, pero cuando se está preocupado se es capaz de hacer cualquier estupidez.

Dentro del baño, Flamedramon se miraba al espejo con una expresión que nunca mostraba con nosotras. Era una expresión que de tristeza, incluso más profunda que la de cualquiera de nosotras y llorando igual que cualquiera de nosotras.
Me sentí mal al verla en ese estado. No tenía que preguntar el porqué de su tristeza, ya que obviamente se debía a que ella sufría igual que cualquiera de nosotros el vivir en ese lugar y los abusos de todos los machos que llegaban a ese lugar. Tal vez incluso ella sufría más que las demás porque ella hacia lo posible por verse fuerte ante esa situación, de manera que el resto de nosotras también lo fuéramos, y eso no era fácil de hacer.

Estuvo en ese mismo estado durante unos diez minutos más hasta que comenzó a calmarse, pero no dejaba de verse al espejo.
Por un momento pensé en irme y dejarla sola para que pudiera pensar y tranquilizarse.

Pero… no lo pude hacer, ella se veía tan triste que no me sentía capaz de irme así como así. Quería entrar y estar con ella, apoyarla y acompañarla de la misma manera en que ella siempre lo hacía conmigo, con las demás chicas, y estuve a punto de hacerlo pero algo me detuvo.
Flamedramon desvió su mirada del espejo para poder fijarla en otra parte, sobre sí misma, más exactamente en sus piernas, al mismo tiempo en que se quitaba sus guardabrazos y dejaba expuestas sus manos, que a diferencia de sus guardabrazos que tenían tres garras, sus manos tenían cinco dedos.

Jamás había visto que Flamedramon se quitara sus guardabrazos, ni siquiera para comer, por lo que no le encontraba razón a que hiciera eso, pero pronto lo vería. Ella abrió un poco las piernas y llevo una de sus manos hasta su vagina. Tomo un poco de aire antes de seguir con el siguiente paso, el cual era dejarse caer de rodillas al suelo y apoyarse contra la pared que se encontraba detrás de ella.
Ya en una posición más "cómoda" pudo empezar con lo que realmente quería hacer. Comenzó a frotar su vagina.

Empezó con suavidad y con movimientos lentos. Pero poco a poco comenzaba a poner más energía en su trabajo, y mientras lo hacía más parecía disfrutarlo. Su rostro de tristeza rápidamente comenzó a cambiar a uno lleno de placer.
Se veía muy entretenida y parecía que quería disfrutarlo todavía más.

Desde mi posición no podía ver bien lo que hacía, pero estaba segura de que había introducido sus dedos en lo más profundo de su intimidad para conseguir el máximo placer, y parecía que lo estaba logrando. Su cuerpo comenzaba a contorsionarse y a temblar, pero ella no se detenía sino que lo disfrutaba, e incluso sonreía, pero de una forma muy diferente a su sonrisa habitual.

Mientras ella continuaba con eso, se movía con más y más fuerza, ya no podía contener sus gemidos ni sus gritos, los que por suerte no salían del baño y nadie, con excepción de mí los podía escuchar. Eso no sería ningún problema, de no ser porque… mientras más la veía, y más escuchaba esos gemidos de placer, sentía como mi cuerpo comenzaba a estremecerse y a temblar. Sentía como un calor sofocante recorría todo mi cuerpo, cocinándome viva, pero no era un calor incomodo sino placentero.

Dentro del baño, Flamedramon había cambiado su posición, recostándose completamente en el suelo, abriendo todavía más sus piernas para permitirle una mejor entrada a sus dedos, incluso metiendo su mano completamente.

No sé si ella lo hizo inconscientemente o lo hiso intencionalmente, pero en su nueva posición sus piernas apuntaban directamente hacia la puerta, lo que me permitía ver mejor sus juego y me ponía peor de lo que ya estaba.

Mientras su mano entraba y salía, también veía como comenzaba a salir jugos vaginales de su interior, cubriendo su mano y bajando por sus piernas hasta llegar al suelo y formar un charco.

Yo ya estaba demasiado acalorada y el ver eso me hacía sentir mi entrepierna demasiado húmeda. Además de eso, el olor que Flamedramon había estado liberando durante sus juegos llegaba hasta mi nariz, inundándome completamente y volviéndome cada vez más loca.

Ya no lo podía soportar más, estaba demasiado excitada y tenía que hacer algo, y lo único que cruzo por mi mente fue seguir el ejemplo de mi querida amiga. Lleve una de mis garras hasta mi entrepierna y la comencé a acariciar con cuidado, no sin antes quitarme los guantelete purpuras que siempre llevaba conmigo y que jamás me había quitado, salvo un par de veces en toda mi vida. Comencé suavemente, pero mientras más lo disfrutaba, comenzaba a aumentar la fuerza y la velocidad en esa parte intima de mi cuerpo. Ahora me encontraba en las mismas condiciones que Flamedramon, y aparentemente ninguna de nosotras sería capaz de detenerse.

Por un momento pensé que llegar a sentir más placer sería imposible, pero esa dragona pronto me mostro que aún era posible conseguir un poco más. Usando su mano libre, se subió parte de su armadura del pecho, que parecía bastante flexible, y dejo a la vista sus senos.
Varias de las chicas que estábamos en ese lugar teníamos senos de buen tamaño, o al menos eso era lo que decían los malditos que siempre venían a vernos. Pero los de Flamedramon… Dios… eran casi del doble de tamaño que los de cualquiera de nosotras y era impresionante como los podía disimular con esa armadura. Pero no fue ver sus enormes senos lo que impresiono, sino el ver la forma que los sujetaba con su única mano libre.
Parecían ser suaves y manejables por la forma en que su mano se movía entre uno y otro, apretando también sus pezones que se habían puesto muy firmes, llenándola de aun más placer y haciendo que gimiera y gritara como una hembra en celo.

Verla masajearse de esa manera me excitaba aún más, y deseaba poder estar con ella en ese lugar, para tomar esos senos en mis manos y sentir su suavidad. Claro, sabía que eso era algo que no podía hacer, pero si tenía algo que podría masajear de la misma manera.
Usando mi otra mano, levante mi collar de pelo y empecé a jugar con mis propios gemelos, de la misma manera en que lo hacia ella.
La sensación es algo completamente indescriptible, y ahora si estaba segura que había alcanzado el placer máximo, pero nuevamente mi amiga me demostró que aún era posible obtener un poco más. Movió su cola hasta llevar la punta de esta hasta su vagina, penetrándose con ella misma. Yo trate de hacer lo mismo con mi cola pero lo único que conseguí fue hacerme cosquillas en mi intimidad, aunque era una sensación muy agradable.

Pasaron casi diez minutos, pero para mí fueron una verdadera eternidad, una eternidad en la que el placer y la felicidad me dominaban. Seguía observando a Flamedramon desde la parte de afuera del baño. Sus dedos y su cola entraban y salían más y más rápido, y con más y más fuerza, haciendo salir de ella su jugo de mujer, tomando sus senos como si fueran un amante, todo esto haciéndola gritar como nadie que hubiera escuchado antes y haciéndola sonreír de la manera más hermosa. Yo la imitaba, usaba mis dedos lo mejor que podía y jugaba con mis senos de la misma manera en que ella lo hacía con los suyos.

Tal vez suene extraño, pero por un momento me sentí conectada a ella. Ambas sentíamos el mismo placer, nuestros cuerpos sentían el mismo calor y ambas estábamos empapadas de pies a cabeza de sudor y nuestras piernas estaban inquietas, mientras se cubrían cada vez mas de nuestros jugos vaginales, cubriéndonos de un fuerte y afrodisiaco olor a hembra.
Fue entonces cuando sentí que toda mi realidad desaparecía, ya no estaba en ese prostíbulo, ni el bosque, es más, sentía que ya ni siquiera estaba en este mundo. El placer y la excitación me habían llevado a un paraíso, a un verdadero paraíso de felicidad que solo estaba compartiendo con alguien, con Flamedramon.
Mientras la veía, más me excitaba y más me adentraba al magnífico mundo, por decirlo de alguna manera, al que ella podía escapar de esa manera. Un lugar en el solo había placer y felicidad, no había abusos, ni dolor, ni tampoco tristeza. Con solo verla me sentía en el cielo y me preguntaba ¿ella me estaría viendo? ¿Se sentiría igual de excitada a mí sí me viera? Me gustaba pensar que sí.

Esos diez minutos estaban a punto de terminar. Yo ya estaba a punto de llegar al límite y parecía ser que Flamedramon también estaba a punto de terminar. Ella se veía exhausta pero daba todo de sí para disfrutar hasta el último momento, y yo hacía lo posible por seguirle el paso porque deseaba terminar al mismo tiempo que ella.
Finalmente sucedió y ya no fuimos capaces de seguir. Ambas tuvimos nuestro orgasmo al mismo tiempo, ambas gritamos como verdaderas locas y ambas caímos derrotadas al suelo.

Estaba exhausta, como jamás lo había estado en mi vida, pero debía admitir que había tenido la mejor experiencia de toda mi vida. Había ido al cielo y luego regresado a la tierra suavemente. Lo que experimente lo hice por mi cuenta. Jamás había tenido una sensación así con ninguno de los hombres que habían pasado por mi habitación.
Pero claro, no me merezco todo el crédito, ya que jamás habría podido experimentar esa gran sensación de no ser por ella. Me es difícil describir todo lo que sentí en ese momento con mi amiga, aunque no estuviera junto a ella precisamente. Me gustara haber podido hablar con ella y preguntarle tantas cosas en ese momento, pero por el momento lo único que podía hacer era dormir y recuperarme de la maravilla experiencia que había tenido.

No sé cuánto tiempo estuve dormida, pero cuando volví a abrir los ojos, sentí mi cuerpo completamente recuperado de mis juegos. Aun sentía una magnifica sensación en todo mi cuerpo y esperaba que mi amiga estuviera despierta para poder hablar con ella, pero ya no estaba en el baño.
No lo entendía. Ella debía estar igual de agotada que yo, tal vez más, y aun así parecía haberse despertado antes que yo y se había ido. No solo eso, al parecer ella también había limpiado todo antes de irse, sus fluidos y también los míos, dejando todo el lugar limpio y sin ninguna evidencia de lo que había sucedido ahí.

Entonces me puse nerviosa por un momento con ese último pensamiento.
Si ella había salido del baño y había limpiado… eso significaba que me había visto. Seguramente me había visto en el suelo, acalorada, sudando y cubierta de jugos vaginales. ¿Qué tal si ella no hubiera sido la única que me vio? ¿Qué tal si alguien más me había visto? Sobre todo ¿Por qué hice todo eso? O ¿Por qué Flamedramon había hecho todo eso, acompañado con el hecho de que también está llorando a solas?

No lo sabía. Eran muchas las dudas que rondaban mi cabeza en ese momento y lo que más deseaba era aclararlas.
Lo único que si sabía es que estando en ese lugar no conseguiría responder a mis interrogantes, por lo que decidí volver a ponerme mis guanteletes y regresar al comedor con el resto de las chicas.

El baño al que Flamedramon había ido se encontraba al otro lado de la mansión y para llegar hasta ahí era necesario cruzar por el pasillo donde se encontraban nuestras habitaciones por lo que era un camino bastante largo el que había hecho para llegar, y el que tendría que hacer para volver.

Comencé a recorrer el pasillo y viendo que todas las puertas estaban abiertas. Estaba totalmente segura de que no encontraría a nadie en sus habitaciones y que todas estarían en el comedor hablando o haciendo cualquier cosa. Sin embargo, me lleve una que otra sorpresa.

Lunamon estaba en su habitación junto Floramon durmiendo. Ellas eran las más jóvenes, por lo que no era nada extraño que durmieran, y menos juntas ya que se habían hecho buenas amigas, mismo caso que el de las segundas menores, Biyomon y Gatomon. Curiosamente, ellas se encontraban en la habitación de al frente, excepto que estaban despiertas, recostadas sobre la cama. Me asume a la puerta de la habitación con cuidado de que no me vieran, y cuando lo hice… casi no podía creer lo que estaba viendo.

-¡Ooh Biyomon… ooh que bien se siente, sigue así porf… ahhhh!- gemía Gatomon, empapada completamente en sudor, muy sonrojada y excitada también.

La pequeña gatita blanca tenía sus piernas abiertas y el ave rosa tenía la punta de su pico dentro de su vagina, penetrándola poco a poco, llenando a Gatomon de un placer indescriptible, y saboreando el jugo que empezaba a salir de ella, tratando de no dejar escapar una sola gota, como si se tratara de agua y que ella no hubiera bebido en mucho tiempo.

-Eres tan deliciosa Gatomon- dijo Biyomon, sacando su pico de su intimidad y mirándola a los ojos con una mirada que era una mezcla de ternura y lujuria –Tu néctar es todo un manjar para mí. Déjame probar un poco más- volviendo a meter su pico, ahora más profundo y ahora usando también su lengua para saborear más de esa parte intima.

No podía ni imaginar lo que era tener algo como el pico de un ave en el interior de una parte que es tan sensible en una mujer, pero con ver el rostro de Gatomon me podía hacer una idea. Ella sonreía y gemía cada vez más, mientras el pico y la lengua de Biyomon entraban y salían, haciéndola temblar y acalorarse cada vez más.

-¡Vamos Biyomon, Sigue… continua así por favor!- gritaba la digimon blanca, estando a solo unos cuantos minutos de explotar en placer -¡por favor, dale algo de felicidad a esta gata en celo!-

Biyomon obedecía y aumentaba la velocidad y la fuerza con la que su pico entraba y salía y la intensidad con la que su lengua se movía. No solo Gatomon estaba húmeda y excitada, sino que la propia Biyomon se sentía igual que su amiga. Ella estaba muy caliente y húmeda en su entrepierna, por lo que mientras con su cabeza trabajaba con la vagina de Gatomon, llevo una de sus garras hasta su propia intimidad para jugar con ella.

Mientras yo las veía, sentía de nuevo ese maravilloso calor recorriendo mi cuerpo llegando hasta mi entrepierna. Sentía como se humedecía y me pedía a gritos que llevara mis garras hasta ella, pero intente controlarme un poco.

Biyomon incrementaba la intensidad de su juego hasta el punto en que ni Gatomon ni ella misma podrían aguantar más tiempo. Después de diez minutos el juego había llegado a su fin. Ambas habían tenido su orgasmo al mismo tiempo, habían quedado totalmente exhaustas y cubiertas de su néctar de mujer.

-Gracias Biyomon, eso fue increíble- dijo Gatomon, sonriendo exhausta –pero estoy segura de que este aun no es el fin-
-jejeje, por supuesto que no querida, este es apenas el comienzo- respondió el ave, sonriendo de la misma manera.

Con algo de esfuerzo, Biyomon se movió hacia su amiga, hasta quedar recostada sobre ella. Sus húmedas vaginas entraron en contacto y por como lucían sus rostros, la sensación era muy agradable. Ambas comenzaron a moverse de adelante hacia atrás, frotándose una a la otra, incrementando su placer, pero eso no sería lo único que harían. Gatomon se quitó lo guantes y llevo sus garras hasta el pecho de la chica, comenzando a explorar por debajo de su plumaje y Biyomon empezó a hacer lo mismo con el pelaje blanco de la gata.
Ambas no tardaron mucho en encontrar en la otra lo que buscaban. Unos muy pequeños pero firmes pezones que no dudaron en apretar y saborear, excitándose todavía más la una a la otra.

Me hubiera encantado quedarme hasta el final de aquel juego sexual entre ambas jóvenes, pero si continuaba, terminara igual de excitada a ellas, volvería a correrme, me desmayaría y nuevamente el tiempo se me pasaría volando nuevamente, por lo que decidí alejarme y continuar mi camino.

Pase por un par de habitación más, las cuales estaban vacías. Creía que ya no encontraría a nadie más, pero como siempre, me equivoque.
Pase por las demás habitaciones. Algunas de estas estaban vacías pero… las otras… no estaban precisamente vacías y en vez de eso… me guardaban un espectáculo tan excitante y hermoso como el que ya había visto con Biyomon y Gatomon.
En algunas habitaciones había parejas; Bastemon y Witchmon, Angewomon y Ladydevimon, Ranamon y Kazemon, Lotusmon y Rosemon, y Lilamon y Lilymon.

En cada habitación, ellas experimentaban un placer como yo jamás había visto. Jugando con sus senos, saboreando sus jugos hasta quedar completamente llenas y saboreando cada centímetro de sus cuerpos, gimiendo de deseo por sentir un poco más, en fin, describir todo lo que veía era complicado, bastaba con ver cómo me sentía. Excitada, caliente, húmeda, pero sobre todo… me sentía feliz, porque mientras todas ellas vivían ese frenesí sexual, se sentían felices, podían demostrar lo que sentían y les gustaba y deseaban, podían ser ellas mismas y disfrutar del sexo.

Lo que veía era totalmente diferente a lo que experimentábamos día a día.
Los que hacíamos con los hombre que siempre venían era sexo, pero solo ellos lo disfrutaban mientras que nosotras éramos maltratadas y no sentíamos el placer que los hombre sentían. De hecho… no sentíamos nada que no fuera tristeza, humillación y asco.
Pero ellas ahora lo disfrutaban y yo también lo disfrutaba, aunque solo lo disfrutara como una espectadora. Sin embargo, me sentía muy confundida por algo. ¿Por qué todas ellas estaban teniendo sexo?

Yo creía que con todo lo que nosotras pasábamos cada día en ese lugar debía hacer pensar que el sexo no era más que una tortura, y por tanto, lo que menos se deseaba saber era de eso. Pero ahí estaban ellas, divirtiéndose y sintiendo un enorme placer.
¿Por qué? Aun no lo entendía del todo.

-¿pensativa?- me dijo alguien a la espalda, sobresaltándome.

Su voz era fácil de reconocer, ya sabía muy bien de quien se trataba, pero igual desee voltear a ver para asegurarme de que tenía razón.

-¿Flamedramon?- me sorprendí al verla, ni siquiera me había percatado de su presencia hasta que levanto la voz para hablarme. Quería preguntarle si me había seguido pero lo más probable era que si, por lo que me reserve la pregunta.

Ella seguramente me había visto revisar las demás habitaciones y me había visto excitarme cada vez más mientras veía a las demás chicas. No sabía cómo empezar a hablar con ella, pero mi amiga me evito hablar, acercándose a mí con su gran y hermosa sonrisa, tan propia de ella.

-Ven conmigo, creo que tú y yo necesitamos hablar- dijo ella, camino en la dirección que yo seguí y fui tras ella.

Llegamos hasta una habitación vacía y nos sentamos en la cama para hablar con más calma. Le explique lo que había visto. Lo que le había visto hacer a ella y lo que hacía mientras la observaba, mientras observaba a las demás chicas.

Hablaba muy lento y se me dificultaba demasiado decir claramente lo que quería. Supongo que me se sentía nerviosa por la reacción o lo que podría pensar de mí. Pero ella siempre se mostraba sonriente y tolerante, no tenía por qué sentir pena con ella porque podía hablar abiertamente con ella sin ningún problema.

-No lo entiendo Flamedramon- dije.
-yo tampoco lo entendí en un principio- me dijo ella –Cuando llegue aquí, hace un par de años, vi a algunas de las chicas haciendo lo mismo que ti has visto hoy.
-¿enserio?-
-así es, y créeme, lo que has visto no es nada comparado con lo que estas hembras pueden hacer-
-guau, no puedo imaginármelo. Aun así…-
-¿Qué ocurre?-
-Nosotras tenemos sexo todos los días con los hombres que vienen aquí, y es un verdadero infierno, una pesadilla para todas. No es algo que a una mujer le gustaría hacer. Pero ellas lo hacen, solas o entre ellas, pero tienen sexo, lo disfrutan y las hace felices, y una parte de eso…- mientras hablaba sentí el calor recorrer mi cuerpo, mientras recordaba todo lo que había visto –me ha invadido, llenándome de ese miso deseo y felicidad-
-Ya veo. Lo que no entiendes es como ellas, después de haber sufrido tanto por culpa del sexo y los hombres, pueden pensar en tener sexo ¿verdad?-
-Así es, aunque… yo… también quisiera experimentar ese mismo placer que ellas sienten-

Me sentí un poco avergonzada de decir eso, pero por otro lado, yo sabía que Flamedramon no iba a juzgarme. Estaba algo sonrojada y sonriente, y me preguntaba qué pensaría Flamedramon de mí. Pero no tardaría demasiado, no solo en descubrir lo que ella pensaba, sino también tendría la… mejor experiencia de toda mi vida.

Flamedramon se acercó a mí por la espalda y me dio un abrazo. Era agradable, aunque nada del otro mundo, pero fue lo hizo después lo que dio inicio a todo.
Se quitó uno de sus guardabrazos, y con su mano expuesta comenzó a tocar mi pierna. No sentí nada, hasta que comenzó a acariciarla, suave y lentamente. Esas caricias causaron un ligero temblor en mi pierna, que pronto se extendió por todo mi cuerpo.
Pronto, la dragona se quitó su otro guardabrazo y con su otra mano comenzó a acariciar mi abdomen. Cada vez sus carias se hacían más intensas, sin dejar de ser gentiles y comenzando a hacer vibrar mi cuerpo.

Ya no sé en qué momento ocurrió, pero sus manos tomaron otro rumbo. La que estaba en mi pierna se dirigió a mi entrepierna. El solo roce de los dedos de la dragona azul fue suficiente para sentirme húmeda y acalorada, pero contenta. Su otra mano abandono mi abdomen y llego hasta uno de mis senos, apretándolo con suavidad y jugando con el entre su mano. No era mucho lo que estaba haciendo y ya me estaba poniendo como una loca.

No sé porque Flamedramon estaba haciendo eso, pero no quería que se detuviera. También me hacia una pequeña idea de lo que sucedería, y aunque no lo pensé muy bien, una parte de mi mente estaba deseosa de que pasara, y al recordarla tocándose, jugar con sus senos, gemir y correrse, esos deseos aumentaron más.

De un momento a otro, ella hizo algo que fue inesperado para mí, y marcaría el inicio verdadero de aquel juego. Quito sus manos de mi cuerpo y se alejó de mí un poco, haciéndose a mi lado y permitiéndome verla de frente.
Se quedó mirándome una hermosa sonrisa llena de ternura.

-Renamon…- empezó a hablar en un tono muy suave -si lo que tu deseas es sentir ese mismo placer, yo te ayudare, no solo a sentirlo, sino también… conocer la verdadera belleza y el verdadero valor que tiene el sexo-

Y antes de que pudiera decir algo, ella tomo mi rostro y me dio un beso muy apasionado y me hizo caer en la cama con ella sobre mí.

Sin duda este sería… el mejor día de descanso de toda mi vida.


Continuara…

No hay comentarios:

Publicar un comentario