CAPITULO 3, UN DÍA
DE DESCANSO
Mi
día había empezado, extrañando mi hogar y mi vida anterior a la pesadilla que
estaba viviendo ahora. Había estado triste, pero gracias a las palabras de mi
amiga Flamedramon, pude recuperar un poco los ánimos, algo que en un lugar tan
miserable es muy importante, ya que con los ánimos de seguir adelante, viene
también la fuerza de luchar y seguir, así como la esperanza de que todo un día
mejoraría.
Eran
cosas que yo ya estaba perdiendo, pero que por algún motivo, Flamedramon no
perdía, pese a todo lo malo que le sucedía y a lo triste que podía terminar de
una noche de maldito trabajo. Envidiaba eso, pero también deseaba tener la
misma fuerza que ella tenía, aunque ella parecía siempre dispuesta a darme un
poco de aquella fuerza.
Salimos
de mi habitación y nos dirigimos hasta el comedor de aquel lugar.
El
comedor, al igual que nuestras habitaciones, tenía paredes de un color gris,
igual de húmedas y malgastadas que las de nuestras habitaciones, y ventanas
altas con rejas. Lo único bueno del comedor, si es que realmente hubiera algo
bueno en ese lugar, era que el comedor era amplio, con un techo alto y muchas
ventanas, haciéndolo un lugar iluminado y menos deprimente que nuestras
habitaciones, pero nuestros collares estaban permanentemente en nuestro
cuellos, por lo que escapar no era una opción viable.
Había
muchas mesas y nos sentamos a esperar el desayuno, que era servido por el único
hombre a parte de Digitamamon que trabajaba ahí, un Yashamon. Este digimon
parecía ser el cocinero del lugar. Era bastante amable aunque no hablaba mucho,
y por lo que me decían sus ojos, no solo a mí sino a todas, es que él se sentía
casi igual a nosotras. Nadie lo abusaba ni nada, pero se sentía un prisionero y
sin valor. Pero además, entre algunas de las digimons, corría el rumor de que
en las noches, Yashamon era puesto en una habitación similar a las nuestras
para ser abusado por digimons hembras que frecuentaban ese lugar. La verdad no
sabía si este rumor era cierto, pero él llevaba un collar parecido al nuestro,
por lo que podría ser verdad.
Yashamon
nos saludó de forma muy gentil y nos sirvió a cada una un plato con nuestro
desayuno, el cual consistía en dos panes, unos huevos revueltos y un poco de
tocino, acompañado de un vaso de leche, que algunos días podía cambiar a una
taza de café, té de hierbas o jugo de frutas. Era poca comida, más para
recuperar nuestras fuerzas después de lo que pasábamos cada noche, y el propio
Yashamon se veía triste de que solo nos tocara comer eso, como si quisiera
darnos más, pero Digitamamon no daba más comida, y lo que era peor, él comía en
una sala aparte del comedor, conectada únicamente por una puerta siempre
cerrada y una ventana que permitía verlo, comiendo carne, pan, frutas, queso,
vino, y muchas otras cosas como si solo él viviera ahí.
Una
vez acaba de servirnos el desayuno, Yashamon saco el suyo, que se limitaba a un
termo de agua y un pan. Todas entendíamos el gran esfuerzo que él hacia porque
comiéramos bien, por lo que siempre le dábamos las gracias y le regalábamos una
sonrisa, y eso siempre parecía alegrar su día un poco.
Todas
empezamos a comer, sin mucha prisa para saborear y disfrutar de la comida todo
lo posible, sabiendo muy bien que no volveríamos a comer sino hasta el mediodía
y esa sería nuestra última comida hasta el día siguiente.
Todo
estuvo en un incómodo silencio durante el desayuno. Unas comían, pero sus
rostros reflejaban una tristeza demasiado marcada que reflejaba el dolor, no
solo físico sino emocional de la noche anterior. Otras no podían ni comer
porque se la pasaban llorando en silencio, no por la comida, sino por seguir en
ese lugar. Las más jóvenes no comían, sino que les regalaban su desayuno a las
digimons mayores, con la idea de que ellas debían consumir más comida por ser
quienes más se esforzaban, un gesto muy considerado de su parte y que las
digimons mayores agradecían en verdad.
Por
mi lado, yo igual me sentía humillada, triste y aun dolorida de lo que pase la
noche anterior, y aunque intentaba no demostrarlo en mi rostro, aunque sabía
que eso no era sencillo de hacer. Estuve comiendo sola por un buen rato hasta
que Flamedramon llego y Yashamon le sirvió su desayuno.
Ella
había tenido que ir al baño. Sin embargo, siempre que ella llegaba, se veía
cansada, incluso con una que otra gota de sudor corriendo por su rostro.
Me
parecía algo muy extraño y en el tiempo que llevaba en ese lugar siempre me
había preguntado que podría ser lo que realmente hacía, pero jamás me había
atrevido a preguntarle, en especial porque cuando iba a la mesa donde yo me
sentaba, me saludaba sonriendo.
Lo
primero que hizo, como siempre, fue buscarme y sentarse a mi lado. A Diferencia
de las demás, ella comía muy rápido y siempre con una sonrisa en los labios. A
ella no se le notaba ni tristeza ni lágrimas en su rostro, sino que se veía
contenta y en ocasiones hacia comentarios como "Hoy el sol brilla más que
antes", "me siento muy bien" o "será un buen día para
todas", siempre en voz alta y haciendo un escándalo, como si no tuviera
idea de donde nos encontrábamos, pero al mismo tiempo, contagiando un poco de
esa alegría a todas las demás.
Quería
hablar un poco con ella, pero antes ella tuvo que hacer algo más.
Justo
al lado de nuestra mesa, estaba Lunamon sentada en otra mesa junto a
Ladydevimon. La joven se veía muy mal. Ella había llegado poco después de mí y
anoche había tenido su primera o segunda experiencia sexual y haba sido
horrible. No solo el hecho de chupar el pene de un digimon, lo que por cierto
le había desagradado mucho por lo que se podía ver, era la forma en que la
habían maltratado, tanto física como con palabras.
Ella
había perdido su inocencia demasiado pronto, y no estaba preparada para la realidad
que estaba viviendo. No era alguien que debiera estar ahí, pero lo estaba y eso
la entristecía mucho. La digimon demonio intentaba consolarla pero le era
imposible, porque, aunque ella era mucho mayor, se sentía igual, o peor que
ella. Llevaba, según se le había escuchado decir en una ocasión, más de tres
años, y había estado con más de doscientos digimons. Un verdadero infierno, y
eso la hacía incapaz de decir algo que animara a la pequeña digimon.
Viendo
por lo que pasaban las dos chicas, Flamedramon me dejo sola por un momento para
acercarse a ella, comenzando con Lunamon.
-Buenos
días Lunamon- le dijo la chica de fuego con una sonrisa, pero la pequeña
digimon blanca no le hizo demasiado caso ni tampoco le devolvió la sonrisa –hoy
es un nuevo día, no deberías estar llorando-
Por
un momento pareció que las palabras de Flamedramon se perdieron en el viento,
Lunamon siguió sin verla y mantenía su vista por el suelo.
A
pesar de la apariencia de la chica, Flamedramon no dejo de sonreírle y se sentó
a tu lado.
-Comparado
con otros días, este es un muy buen día ¿no te parece?-
-¿Cómo
puedes decir esa clase de cosas?- pregunto Ladydevimon enojada, levantándose y
golpeando la mesa, lo que hizo que su vaso a medio llenar se cayera,
rompiéndose en mil pedazos y llamando la atención de todas nosotras y la de
Yashamon -¡mira a nuestro alrededor, míranos a nosotras!- haciendo un gesto con
su mano con el que rodeaba todo el comedor, al mismo tiempo que nos señalaba
-¡mira esto que tenemos en nuestro cuello!- tomando el collar de que tenía, el
mismo que todas teníamos -¡todas nosotras no somos más que prisioneras, siempre
seremos lo seremos, no somos más que unas putas y…!- dejo caer sus manos sobre
la mesa, dejando caer varias lágrimas de sus ojos –jamás seremos libres.
Siempre viviremos aquí, jamás seremos libres. Y… siempre habrá más digimons que
sean traídas aquí… jóvenes e inocentes- mirando a Lunamon -y siempre
sufriremos, siempre sufriremos… y esto jamás terminara, jamás-
Las
palabras de Ladydevimon nos caían a todas como un balde de agua helada y
lamentablemente eran verdad. Algunas llevaban varios años de maltratos y
violaciones en ese lugar. Otras, como yo, solo tenían unos cuantos meses, pero
en ese poco tiempo ya sabíamos lo terrible que era la vida en ese lugar, y
aunque doliera, ya nos habíamos resignado a salir de ese lugar alguna vez.
Sin
embargo…
-jmjmjm,
no crees nada de lo que acabas de decir- dijo Flamedramon, aun sonriendo y
acercándose un poco más a la demonio, habiendo solo un par de centímetros entre
ellas –a pesar de todo lo que dices, no lo dices de verdad, solo lo dijiste
porque estas enojada-
-tú
no puedes saber cómo siento- respondió a la demonio aun molesta –tú lo único
que sabes es sonreír como una tonta y decir cosas estúpidas. Alguien como tú no
entiende que vivimos día a día, violadas, maltratadas, solo nos quieren para el
sexo– se dejó caer sobre la mesa, llorando y mientras su cuerpo temblaba,
recordando uno a uno por todo lo que había pasado este –no nos quieren para
nada mas, no nos quieren para nada… nadie nos quiere, por tu forma de actuar…
tú no puedes saber lo que es eso-
Ladydevimon
parecía inconsolable, y después de todo lo que ella había pasado no era para
menos. Según ella misma había dicho en alguna ocasión, ella llevaba más de tres
años y había estado con muchos machos, y ninguno de ellos la había tratado con
respeto, ni amor, ni nada, solo la habían usado como cualquier objeto. Su enojo
y tristeza estaban justificados.
Pero
a pesar de saber todo eso, Flamedramon se acercó a ella, cuando debería dejarla
sola.
-yo
lo sé Ladydevimon, lo sé muy bien- llevando una de sus manos a su entrepierna.
Verla hacer eso sorprendió a la digimon oscura un poco, era un gesto como
queriendo decir "yo fui violada también". Al mismo tiempo, con su
otra mano acariciaba el cabello de la chica demonio.
-entonces…
¿Por qué dices siempre cosas así siempre? No vale la pena que intentes
alegrarnos sabiendo bien la verdad de nuestra situación. No tienes por qué
engañarnos con palabras alegres y falsas esperanzas, y tampoco intentes
engañarte a ti misma, como si nada de lo que hemos pasado hasta ahora no
estuviera pasando-
Cuando
Ladydevimon dijo eso, el comedor se quedó en silencio. Cuando yo la escuche
decir eso, tuve la sensación de que tal vez Flamedramon se sentiría ofendida o
triste por las palabras de la chica demonio, y lo único que se me ocurrió fue
levantarme de mi lugar y acercarme a mi amiga, creyendo que ella podría
necesitar de mi apoyo y además, para evitarle algún problema mayor con
Ladydevimon.
Sin
embargo, cuando ya estaba muy cerca de acercarme a ella, volvió a sonreír y
mantuvo su mirada fija en la chica oscura. Parecía que todas las palabras que
Ladydevimon habían quedado en el aire, pero la verdad es que no era así.
-Entiendo
todo lo que me has dicho- dijo la dragona azul –y si te he hecho sentir mal con
mis palabras, creo que lo único que puedo hacer por ti es pedirte perdón. Yo
entiendo todo lo que estamos pasando, pues yo también lo he vivido y sé que es
una situación terrible y muy dolorosa. La razón porque siempre digo esas cosas
optimistas es muy sencilla-
-¿y
cuál es?- pregunto Ladydevimon.
-Para
que, aunque día a día sigamos viviendo en este mismo infierno, no pierdan el
ánimo y la esperanza nunca, porque si llegaran a perderla, siempre sufrirán,
estarán atrapadas y jamás podrán salir adelante. Yo no pierdo las esperanzas en
que un día todo mejorara, y tampoco quiero que ustedes las pierdan, y es por
eso que siempre digo esas cosas-
Después
de que Flamedramon dijo esto, nuevamente el comedor se había quedado en
silencio, pero esta vez el ambiente era muy diferente. Todas, incluyéndome se
sentían tocadas por las palabras de la chica de fuego y algunas lágrimas se
escaparon de los ojos de algunas. Todas entendíamos por qué Flamedramon nos
decía siempre esas cosas y la verdad es que le estábamos muy agradecidas.
Durante
el resto de la mañana todas seguimos comiendo, tranquilas y disfrutando de
nuestro sencillo desayuno y de la compañía de nuestras compañeras. Después de
lo que había pasado, ya no tenía preguntas que hacerle a mi amiga, y
seguramente todas evitarían sentirse tristes o afectadas por lo que vivían día
a día en ese lugar.
Un
par de horas después habíamos terminado nuestro desayuno, pero no fue necesario
que regresáramos a nuestras habitaciones.
Poco
antes de que termináramos de comer, Digitamamon había llamado a Yashamon para
decirle algo.
Todas
nos sentíamos muy nerviosas por lo que le podría decir al único buen hombre que
conocíamos en ese lugar, y cuando regreso con nosotras, las preguntas no se
hicieron esperar. Prácticamente estábamos sobre el pobre Yashamon y no lo
dejábamos ni respirar.
Poco
a poco nos calmamos y lo dejamos hablar.
-Bueno-
comenzó a hablar el digimon enmascarado –según Digitamamon me acaba de
informar, ha informado que él día de hoy lo tienen libre, por lo que hoy no
están obligadas a regresar a sus habitaciones. Eso es todo
Creo
que en cuanto dijo eso, todas nos pusimos como locas, porque no dejábamos de
gritar y saltar de alegría. Yo que llevaba un mes, sabía que un día libre era
algo que me hacía mucha falta. A las que llevaban más tiempo también lo
necesitaban y según decían, un día libre era algo poco común, que sucedía un
mes de por medio que valía la pena aprovechar.
Todas
pensábamos en que haríamos con ese día libre, todas menos una. Poco después de
que Yashamon nos dio el comunicado, Flamedramon salió del lugar, diciendo que
tenía que ir al baño.
A
todas se les hizo algo normal, pero a mí no.
No
estaba del todo segura, pero Flamedramon siempre iba al baño de dos a cuatro
veces seguidas en un día, y no se me hacía tan necesario que alguien fuera
tanto al baño y la verdad es que me comenzaba a preocupar sobre la razón por la
cual iba tanto al baño.
Cuando
Flamedramon salió del comedor, me fui tras ella, procurando que no me viera.
No
tardó mucho en llegar a uno de los pocos baños que había en ese enorme mansión
y encerrarse en el. Yo la había seguido todo el tiempo y afortunadamente no me
había visto.
Con
cuidado, abrí la puerta del baño, procurando no hacer mucho ruido y asomándome
para poder ver lo que hacía Flamedramon. Sé que parece una estupidez, pero
cuando se está preocupado se es capaz de hacer cualquier estupidez.
Dentro
del baño, Flamedramon se miraba al espejo con una expresión que nunca mostraba
con nosotras. Era una expresión que de tristeza, incluso más profunda que la de
cualquiera de nosotras y llorando igual que cualquiera de nosotras.
Me
sentí mal al verla en ese estado. No tenía que preguntar el porqué de su
tristeza, ya que obviamente se debía a que ella sufría igual que cualquiera de
nosotros el vivir en ese lugar y los abusos de todos los machos que llegaban a
ese lugar. Tal vez incluso ella sufría más que las demás porque ella hacia lo
posible por verse fuerte ante esa situación, de manera que el resto de nosotras
también lo fuéramos, y eso no era fácil de hacer.
Estuvo
en ese mismo estado durante unos diez minutos más hasta que comenzó a calmarse,
pero no dejaba de verse al espejo.
Por
un momento pensé en irme y dejarla sola para que pudiera pensar y
tranquilizarse.
Pero…
no lo pude hacer, ella se veía tan triste que no me sentía capaz de irme así
como así. Quería entrar y estar con ella, apoyarla y acompañarla de la misma
manera en que ella siempre lo hacía conmigo, con las demás chicas, y estuve a
punto de hacerlo pero algo me detuvo.
Flamedramon
desvió su mirada del espejo para poder fijarla en otra parte, sobre sí misma,
más exactamente en sus piernas, al mismo tiempo en que se quitaba sus
guardabrazos y dejaba expuestas sus manos, que a diferencia de sus guardabrazos
que tenían tres garras, sus manos tenían cinco dedos.
Jamás
había visto que Flamedramon se quitara sus guardabrazos, ni siquiera para
comer, por lo que no le encontraba razón a que hiciera eso, pero pronto lo
vería. Ella abrió un poco las piernas y llevo una de sus manos hasta su vagina.
Tomo un poco de aire antes de seguir con el siguiente paso, el cual era dejarse
caer de rodillas al suelo y apoyarse contra la pared que se encontraba detrás
de ella.
Ya
en una posición más "cómoda" pudo empezar con lo que realmente quería
hacer. Comenzó a frotar su vagina.
Empezó
con suavidad y con movimientos lentos. Pero poco a poco comenzaba a poner más
energía en su trabajo, y mientras lo hacía más parecía disfrutarlo. Su rostro
de tristeza rápidamente comenzó a cambiar a uno lleno de placer.
Se
veía muy entretenida y parecía que quería disfrutarlo todavía más.
Desde
mi posición no podía ver bien lo que hacía, pero estaba segura de que había
introducido sus dedos en lo más profundo de su intimidad para conseguir el
máximo placer, y parecía que lo estaba logrando. Su cuerpo comenzaba a
contorsionarse y a temblar, pero ella no se detenía sino que lo disfrutaba, e
incluso sonreía, pero de una forma muy diferente a su sonrisa habitual.
Mientras
ella continuaba con eso, se movía con más y más fuerza, ya no podía contener
sus gemidos ni sus gritos, los que por suerte no salían del baño y nadie, con
excepción de mí los podía escuchar. Eso no sería ningún problema, de no ser
porque… mientras más la veía, y más escuchaba esos gemidos de placer, sentía
como mi cuerpo comenzaba a estremecerse y a temblar. Sentía como un calor
sofocante recorría todo mi cuerpo, cocinándome viva, pero no era un calor
incomodo sino placentero.
Dentro
del baño, Flamedramon había cambiado su posición, recostándose completamente en
el suelo, abriendo todavía más sus piernas para permitirle una mejor entrada a
sus dedos, incluso metiendo su mano completamente.
No
sé si ella lo hizo inconscientemente o lo hiso intencionalmente, pero en su
nueva posición sus piernas apuntaban directamente hacia la puerta, lo que me
permitía ver mejor sus juego y me ponía peor de lo que ya estaba.
Mientras
su mano entraba y salía, también veía como comenzaba a salir jugos vaginales de
su interior, cubriendo su mano y bajando por sus piernas hasta llegar al suelo
y formar un charco.
Yo
ya estaba demasiado acalorada y el ver eso me hacía sentir mi entrepierna
demasiado húmeda. Además de eso, el olor que Flamedramon había estado liberando
durante sus juegos llegaba hasta mi nariz, inundándome completamente y
volviéndome cada vez más loca.
Ya
no lo podía soportar más, estaba demasiado excitada y tenía que hacer algo, y
lo único que cruzo por mi mente fue seguir el ejemplo de mi querida amiga.
Lleve una de mis garras hasta mi entrepierna y la comencé a acariciar con
cuidado, no sin antes quitarme los guantelete purpuras que siempre llevaba
conmigo y que jamás me había quitado, salvo un par de veces en toda mi vida.
Comencé suavemente, pero mientras más lo disfrutaba, comenzaba a aumentar la
fuerza y la velocidad en esa parte intima de mi cuerpo. Ahora me encontraba en
las mismas condiciones que Flamedramon, y aparentemente ninguna de nosotras
sería capaz de detenerse.
Por
un momento pensé que llegar a sentir más placer sería imposible, pero esa
dragona pronto me mostro que aún era posible conseguir un poco más. Usando su
mano libre, se subió parte de su armadura del pecho, que parecía bastante
flexible, y dejo a la vista sus senos.
Varias
de las chicas que estábamos en ese lugar teníamos senos de buen tamaño, o al
menos eso era lo que decían los malditos que siempre venían a vernos. Pero los
de Flamedramon… Dios… eran casi del doble de tamaño que los de cualquiera de
nosotras y era impresionante como los podía disimular con esa armadura. Pero no
fue ver sus enormes senos lo que impresiono, sino el ver la forma que los sujetaba
con su única mano libre.
Parecían
ser suaves y manejables por la forma en que su mano se movía entre uno y otro,
apretando también sus pezones que se habían puesto muy firmes, llenándola de
aun más placer y haciendo que gimiera y gritara como una hembra en celo.
Verla
masajearse de esa manera me excitaba aún más, y deseaba poder estar con ella en
ese lugar, para tomar esos senos en mis manos y sentir su suavidad. Claro,
sabía que eso era algo que no podía hacer, pero si tenía algo que podría
masajear de la misma manera.
Usando
mi otra mano, levante mi collar de pelo y empecé a jugar con mis propios
gemelos, de la misma manera en que lo hacia ella.
La
sensación es algo completamente indescriptible, y ahora si estaba segura que
había alcanzado el placer máximo, pero nuevamente mi amiga me demostró que aún
era posible obtener un poco más. Movió su cola hasta llevar la punta de esta
hasta su vagina, penetrándose con ella misma. Yo trate de hacer lo mismo con mi
cola pero lo único que conseguí fue hacerme cosquillas en mi intimidad, aunque
era una sensación muy agradable.
Pasaron
casi diez minutos, pero para mí fueron una verdadera eternidad, una eternidad
en la que el placer y la felicidad me dominaban. Seguía observando a
Flamedramon desde la parte de afuera del baño. Sus dedos y su cola entraban y
salían más y más rápido, y con más y más fuerza, haciendo salir de ella su jugo
de mujer, tomando sus senos como si fueran un amante, todo esto haciéndola
gritar como nadie que hubiera escuchado antes y haciéndola sonreír de la manera
más hermosa. Yo la imitaba, usaba mis dedos lo mejor que podía y jugaba con mis
senos de la misma manera en que ella lo hacía con los suyos.
Tal
vez suene extraño, pero por un momento me sentí conectada a ella. Ambas
sentíamos el mismo placer, nuestros cuerpos sentían el mismo calor y ambas
estábamos empapadas de pies a cabeza de sudor y nuestras piernas estaban
inquietas, mientras se cubrían cada vez mas de nuestros jugos vaginales,
cubriéndonos de un fuerte y afrodisiaco olor a hembra.
Fue
entonces cuando sentí que toda mi realidad desaparecía, ya no estaba en ese
prostíbulo, ni el bosque, es más, sentía que ya ni siquiera estaba en este
mundo. El placer y la excitación me habían llevado a un paraíso, a un verdadero
paraíso de felicidad que solo estaba compartiendo con alguien, con Flamedramon.
Mientras
la veía, más me excitaba y más me adentraba al magnífico mundo, por decirlo de
alguna manera, al que ella podía escapar de esa manera. Un lugar en el solo
había placer y felicidad, no había abusos, ni dolor, ni tampoco tristeza. Con
solo verla me sentía en el cielo y me preguntaba ¿ella me estaría viendo? ¿Se
sentiría igual de excitada a mí sí me viera? Me gustaba pensar que sí.
Esos
diez minutos estaban a punto de terminar. Yo ya estaba a punto de llegar al
límite y parecía ser que Flamedramon también estaba a punto de terminar. Ella
se veía exhausta pero daba todo de sí para disfrutar hasta el último momento, y
yo hacía lo posible por seguirle el paso porque deseaba terminar al mismo
tiempo que ella.
Finalmente
sucedió y ya no fuimos capaces de seguir. Ambas tuvimos nuestro orgasmo al
mismo tiempo, ambas gritamos como verdaderas locas y ambas caímos derrotadas al
suelo.
Estaba
exhausta, como jamás lo había estado en mi vida, pero debía admitir que había
tenido la mejor experiencia de toda mi vida. Había ido al cielo y luego
regresado a la tierra suavemente. Lo que experimente lo hice por mi cuenta. Jamás
había tenido una sensación así con ninguno de los hombres que habían pasado por
mi habitación.
Pero
claro, no me merezco todo el crédito, ya que jamás habría podido experimentar
esa gran sensación de no ser por ella. Me es difícil describir todo lo que sentí
en ese momento con mi amiga, aunque no estuviera junto a ella precisamente. Me
gustara haber podido hablar con ella y preguntarle tantas cosas en ese momento,
pero por el momento lo único que podía hacer era dormir y recuperarme de la
maravilla experiencia que había tenido.
No
sé cuánto tiempo estuve dormida, pero cuando volví a abrir los ojos, sentí mi
cuerpo completamente recuperado de mis juegos. Aun sentía una magnifica
sensación en todo mi cuerpo y esperaba que mi amiga estuviera despierta para
poder hablar con ella, pero ya no estaba en el baño.
No
lo entendía. Ella debía estar igual de agotada que yo, tal vez más, y aun así
parecía haberse despertado antes que yo y se había ido. No solo eso, al parecer
ella también había limpiado todo antes de irse, sus fluidos y también los míos,
dejando todo el lugar limpio y sin ninguna evidencia de lo que había sucedido
ahí.
Entonces
me puse nerviosa por un momento con ese último pensamiento.
Si
ella había salido del baño y había limpiado… eso significaba que me había
visto. Seguramente me había visto en el suelo, acalorada, sudando y cubierta de
jugos vaginales. ¿Qué tal si ella no hubiera sido la única que me vio? ¿Qué tal
si alguien más me había visto? Sobre todo ¿Por qué hice todo eso? O ¿Por qué
Flamedramon había hecho todo eso, acompañado con el hecho de que también está
llorando a solas?
No
lo sabía. Eran muchas las dudas que rondaban mi cabeza en ese momento y lo que
más deseaba era aclararlas.
Lo
único que si sabía es que estando en ese lugar no conseguiría responder a mis
interrogantes, por lo que decidí volver a ponerme mis guanteletes y regresar al
comedor con el resto de las chicas.
El
baño al que Flamedramon había ido se encontraba al otro lado de la mansión y
para llegar hasta ahí era necesario cruzar por el pasillo donde se encontraban
nuestras habitaciones por lo que era un camino bastante largo el que había
hecho para llegar, y el que tendría que hacer para volver.
Comencé
a recorrer el pasillo y viendo que todas las puertas estaban abiertas. Estaba
totalmente segura de que no encontraría a nadie en sus habitaciones y que todas
estarían en el comedor hablando o haciendo cualquier cosa. Sin embargo, me
lleve una que otra sorpresa.
Lunamon
estaba en su habitación junto Floramon durmiendo. Ellas eran las más jóvenes,
por lo que no era nada extraño que durmieran, y menos juntas ya que se habían
hecho buenas amigas, mismo caso que el de las segundas menores, Biyomon y
Gatomon. Curiosamente, ellas se encontraban en la habitación de al frente,
excepto que estaban despiertas, recostadas sobre la cama. Me asume a la puerta
de la habitación con cuidado de que no me vieran, y cuando lo hice… casi no
podía creer lo que estaba viendo.
-¡Ooh
Biyomon… ooh que bien se siente, sigue así porf… ahhhh!- gemía Gatomon,
empapada completamente en sudor, muy sonrojada y excitada también.
La
pequeña gatita blanca tenía sus piernas abiertas y el ave rosa tenía la punta
de su pico dentro de su vagina, penetrándola poco a poco, llenando a Gatomon de
un placer indescriptible, y saboreando el jugo que empezaba a salir de ella,
tratando de no dejar escapar una sola gota, como si se tratara de agua y que
ella no hubiera bebido en mucho tiempo.
-Eres
tan deliciosa Gatomon- dijo Biyomon, sacando su pico de su intimidad y
mirándola a los ojos con una mirada que era una mezcla de ternura y lujuria –Tu
néctar es todo un manjar para mí. Déjame probar un poco más- volviendo a meter
su pico, ahora más profundo y ahora usando también su lengua para saborear más
de esa parte intima.
No
podía ni imaginar lo que era tener algo como el pico de un ave en el interior
de una parte que es tan sensible en una mujer, pero con ver el rostro de
Gatomon me podía hacer una idea. Ella sonreía y gemía cada vez más, mientras el
pico y la lengua de Biyomon entraban y salían, haciéndola temblar y acalorarse
cada vez más.
-¡Vamos
Biyomon, Sigue… continua así por favor!- gritaba la digimon blanca, estando a
solo unos cuantos minutos de explotar en placer -¡por favor, dale algo de
felicidad a esta gata en celo!-
Biyomon
obedecía y aumentaba la velocidad y la fuerza con la que su pico entraba y
salía y la intensidad con la que su lengua se movía. No solo Gatomon estaba
húmeda y excitada, sino que la propia Biyomon se sentía igual que su amiga. Ella
estaba muy caliente y húmeda en su entrepierna, por lo que mientras con su
cabeza trabajaba con la vagina de Gatomon, llevo una de sus garras hasta su
propia intimidad para jugar con ella.
Mientras
yo las veía, sentía de nuevo ese maravilloso calor recorriendo mi cuerpo
llegando hasta mi entrepierna. Sentía como se humedecía y me pedía a gritos que
llevara mis garras hasta ella, pero intente controlarme un poco.
Biyomon
incrementaba la intensidad de su juego hasta el punto en que ni Gatomon ni ella
misma podrían aguantar más tiempo. Después de diez minutos el juego había
llegado a su fin. Ambas habían tenido su orgasmo al mismo tiempo, habían
quedado totalmente exhaustas y cubiertas de su néctar de mujer.
-Gracias
Biyomon, eso fue increíble- dijo Gatomon, sonriendo exhausta –pero estoy segura
de que este aun no es el fin-
-jejeje,
por supuesto que no querida, este es apenas el comienzo- respondió el ave,
sonriendo de la misma manera.
Con
algo de esfuerzo, Biyomon se movió hacia su amiga, hasta quedar recostada sobre
ella. Sus húmedas vaginas entraron en contacto y por como lucían sus rostros,
la sensación era muy agradable. Ambas comenzaron a moverse de adelante hacia
atrás, frotándose una a la otra, incrementando su placer, pero eso no sería lo
único que harían. Gatomon se quitó lo guantes y llevo sus garras hasta el pecho
de la chica, comenzando a explorar por debajo de su plumaje y Biyomon empezó a
hacer lo mismo con el pelaje blanco de la gata.
Ambas
no tardaron mucho en encontrar en la otra lo que buscaban. Unos muy pequeños
pero firmes pezones que no dudaron en apretar y saborear, excitándose todavía
más la una a la otra.
Me
hubiera encantado quedarme hasta el final de aquel juego sexual entre ambas
jóvenes, pero si continuaba, terminara igual de excitada a ellas, volvería a
correrme, me desmayaría y nuevamente el tiempo se me pasaría volando
nuevamente, por lo que decidí alejarme y continuar mi camino.
Pase
por un par de habitación más, las cuales estaban vacías. Creía que ya no
encontraría a nadie más, pero como siempre, me equivoque.
Pase
por las demás habitaciones. Algunas de estas estaban vacías pero… las otras… no
estaban precisamente vacías y en vez de eso… me guardaban un espectáculo tan
excitante y hermoso como el que ya había visto con Biyomon y Gatomon.
En
algunas habitaciones había parejas; Bastemon y Witchmon, Angewomon y
Ladydevimon, Ranamon y Kazemon, Lotusmon y Rosemon, y Lilamon y Lilymon.
En
cada habitación, ellas experimentaban un placer como yo jamás había visto.
Jugando con sus senos, saboreando sus jugos hasta quedar completamente llenas y
saboreando cada centímetro de sus cuerpos, gimiendo de deseo por sentir un poco
más, en fin, describir todo lo que veía era complicado, bastaba con ver cómo me
sentía. Excitada, caliente, húmeda, pero sobre todo… me sentía feliz, porque
mientras todas ellas vivían ese frenesí sexual, se sentían felices, podían
demostrar lo que sentían y les gustaba y deseaban, podían ser ellas mismas y disfrutar
del sexo.
Lo
que veía era totalmente diferente a lo que experimentábamos día a día.
Los
que hacíamos con los hombre que siempre venían era sexo, pero solo ellos lo
disfrutaban mientras que nosotras éramos maltratadas y no sentíamos el placer
que los hombre sentían. De hecho… no sentíamos nada que no fuera tristeza,
humillación y asco.
Pero
ellas ahora lo disfrutaban y yo también lo disfrutaba, aunque solo lo
disfrutara como una espectadora. Sin embargo, me sentía muy confundida por
algo. ¿Por qué todas ellas estaban teniendo sexo?
Yo
creía que con todo lo que nosotras pasábamos cada día en ese lugar debía hacer
pensar que el sexo no era más que una tortura, y por tanto, lo que menos se
deseaba saber era de eso. Pero ahí estaban ellas, divirtiéndose y sintiendo un
enorme placer.
¿Por
qué? Aun no lo entendía del todo.
-¿pensativa?-
me dijo alguien a la espalda, sobresaltándome.
Su
voz era fácil de reconocer, ya sabía muy bien de quien se trataba, pero igual
desee voltear a ver para asegurarme de que tenía razón.
-¿Flamedramon?-
me sorprendí al verla, ni siquiera me había percatado de su presencia hasta que
levanto la voz para hablarme. Quería preguntarle si me había seguido pero lo
más probable era que si, por lo que me reserve la pregunta.
Ella
seguramente me había visto revisar las demás habitaciones y me había visto
excitarme cada vez más mientras veía a las demás chicas. No sabía cómo empezar
a hablar con ella, pero mi amiga me evito hablar, acercándose a mí con su gran
y hermosa sonrisa, tan propia de ella.
-Ven
conmigo, creo que tú y yo necesitamos hablar- dijo ella, camino en la dirección
que yo seguí y fui tras ella.
Llegamos
hasta una habitación vacía y nos sentamos en la cama para hablar con más calma.
Le explique lo que había visto. Lo que le había visto hacer a ella y lo que
hacía mientras la observaba, mientras observaba a las demás chicas.
Hablaba
muy lento y se me dificultaba demasiado decir claramente lo que quería. Supongo
que me se sentía nerviosa por la reacción o lo que podría pensar de mí. Pero
ella siempre se mostraba sonriente y tolerante, no tenía por qué sentir pena
con ella porque podía hablar abiertamente con ella sin ningún problema.
-No
lo entiendo Flamedramon- dije.
-yo
tampoco lo entendí en un principio- me dijo ella –Cuando llegue aquí, hace un
par de años, vi a algunas de las chicas haciendo lo mismo que ti has visto hoy.
-¿enserio?-
-así
es, y créeme, lo que has visto no es nada comparado con lo que estas hembras
pueden hacer-
-guau,
no puedo imaginármelo. Aun así…-
-¿Qué
ocurre?-
-Nosotras
tenemos sexo todos los días con los hombres que vienen aquí, y es un verdadero
infierno, una pesadilla para todas. No es algo que a una mujer le gustaría
hacer. Pero ellas lo hacen, solas o entre ellas, pero tienen sexo, lo disfrutan
y las hace felices, y una parte de eso…- mientras hablaba sentí el calor
recorrer mi cuerpo, mientras recordaba todo lo que había visto –me ha invadido,
llenándome de ese miso deseo y felicidad-
-Ya
veo. Lo que no entiendes es como ellas, después de haber sufrido tanto por
culpa del sexo y los hombres, pueden pensar en tener sexo ¿verdad?-
-Así
es, aunque… yo… también quisiera experimentar ese mismo placer que ellas
sienten-
Me
sentí un poco avergonzada de decir eso, pero por otro lado, yo sabía que Flamedramon
no iba a juzgarme. Estaba algo sonrojada y sonriente, y me preguntaba qué
pensaría Flamedramon de mí. Pero no tardaría demasiado, no solo en descubrir lo
que ella pensaba, sino también tendría la… mejor experiencia de toda mi vida.
Flamedramon
se acercó a mí por la espalda y me dio un abrazo. Era agradable, aunque nada
del otro mundo, pero fue lo hizo después lo que dio inicio a todo.
Se
quitó uno de sus guardabrazos, y con su mano expuesta comenzó a tocar mi
pierna. No sentí nada, hasta que comenzó a acariciarla, suave y lentamente.
Esas caricias causaron un ligero temblor en mi pierna, que pronto se extendió
por todo mi cuerpo.
Pronto,
la dragona se quitó su otro guardabrazo y con su otra mano comenzó a acariciar
mi abdomen. Cada vez sus carias se hacían más intensas, sin dejar de ser
gentiles y comenzando a hacer vibrar mi cuerpo.
Ya
no sé en qué momento ocurrió, pero sus manos tomaron otro rumbo. La que estaba
en mi pierna se dirigió a mi entrepierna. El solo roce de los dedos de la
dragona azul fue suficiente para sentirme húmeda y acalorada, pero contenta. Su
otra mano abandono mi abdomen y llego hasta uno de mis senos, apretándolo con
suavidad y jugando con el entre su mano. No era mucho lo que estaba haciendo y
ya me estaba poniendo como una loca.
No
sé porque Flamedramon estaba haciendo eso, pero no quería que se detuviera.
También me hacia una pequeña idea de lo que sucedería, y aunque no lo pensé muy
bien, una parte de mi mente estaba deseosa de que pasara, y al recordarla tocándose,
jugar con sus senos, gemir y correrse, esos deseos aumentaron más.
De
un momento a otro, ella hizo algo que fue inesperado para mí, y marcaría el
inicio verdadero de aquel juego. Quito sus manos de mi cuerpo y se alejó de mí
un poco, haciéndose a mi lado y permitiéndome verla de frente.
Se
quedó mirándome una hermosa sonrisa llena de ternura.
-Renamon…-
empezó a hablar en un tono muy suave -si lo que tu deseas es sentir ese mismo
placer, yo te ayudare, no solo a sentirlo, sino también… conocer la verdadera
belleza y el verdadero valor que tiene el sexo-
Y
antes de que pudiera decir algo, ella tomo mi rostro y me dio un beso muy
apasionado y me hizo caer en la cama con ella sobre mí.
Sin
duda este sería… el mejor día de descanso de toda mi vida.
Continuara…
No hay comentarios:
Publicar un comentario