viernes, 3 de julio de 2015

CAPÍTULO 11, EL DOLOR DE GUILMON

Capítulo 11, el dolor de guilmon


(POV de Renamon)

Era otra noche en ese maldito prostíbulo. Jmjmjm no, en realidad no lo era.
Esa era una noche… bastante especial, en la ninguna de nosotras sufría. Nadie era abusada, ni era golpeada u ofendida. Nadie lloraba, triste por las cosas terribles que debíamos soportar día a día, así como el dolor por haber sido alejadas de todo lo que a nos importaba y amábamos. Esa… era una noche tranquila, y tal vez lo más importante de todo, ninguna estaba sola.

Estaba en mi cuarto como siempre, pero en esta ocasión no estaba yo sola, ya que todas las demás chicas estaban reunidas conmigo y en ese momento dormían. Realmente era un espacio pequeño y algo incómodo, así que todas estaban acomodadas de alguna manera. Unas sentadas en el suelo y acomodadas contra una pared, otras recostadas en el frio suelo, pero todas tenían algo en común, y es que todas dormían plácidamente, abrazadas en parejas, y con una linda y duce sonrisa en sus rostros. Ninguna de ellas había estado triste en esa noche, y todas habían vivido un maravilloso momento juntas que las había hecho sentir queridas, amadas, respetadas, y sobretodo felices, y que aun dormidas se reflejaba en sus rostros. Y yo… bueno, yo había tenido la fortuna de haber compartido ese momento con ellas y experimentar la felicidad que mis amigas habían sentido.

Realmente había sido una noche que ninguna de ellas olvidaría y siempre la tendrían presente en su corazón, y por supuesto, yo tampoco la olvidaría jamás.
Había sido casi un momento mágico pero… de todas las chicas… había una que esa noche había sido más especial e importante. Ella había pasado por mucho y estaba muy herida, pero al final pudo dejar toda su tristeza de lado y sentirse plenamente feliz, sentirse querida y… que ella era especial… que tenía un propósito en la vida. Y esa chica ahora estaba a mi lado, acostada junto a mí en mi cama. Yo me quedaba poco a poco dormida mientras que ella gentilmente cepillaba mi pelaje con sus garras, sintiendo todo su cariño y su felicidad. Una felicidad que… realmente le hacía falta sentir.
Esa chica… era Guilmon.


(POV de Guilmon)

Seguramente era la una de la mañana. La luz de la luna y las estrellas iluminaba hermosamente los bosques, los campos y las colinas que se encontraban ahí afuera, y esa misma luz entraba por la ventana y nos acompañaba mientras todas mis amigas dormían. Yo por mi parte aun no podía conciliar el sueño, y por más que lo intentaba simplemente no podía. Aunque era mejor así. Podía ver a las demás chicas dormir profundamente, unidas en cálidos abrazos y con dulces sonrisas que marcaban sus rostros, reflejando una tranquilidad y una alegría como si todas las cosas malas que les hubieran pasado se hubieran ido, y no era para menos.

Esa noche… había sido simplemente maravillosa para todas, y todo se había hecho en honor a quien era nuestro principal apoyo sin el cual… tal vez habríamos perdido la esperanza hacía mucho tiempo. Esa era nuestra querida amiga Renamon, quien dormía tan plácidamente como las demás, acomodada en su cama, y yo estaba a su lado, mirándola y pasando suavemente mis garras por entre sus hermoso y suave pelaje, tratando de estar lo más cerca de ella para darle un poco de calor. Era otra forma de darle las gracias… por todo lo que ella había hecho por mí… por nosotras.
Mientras la miraba recordaba cómo es que habíamos terminado todas compartiendo su habitación, y la maravillosa noche que habíamos vivido. Jmjm, no puedo evitar sonrojarme al pensar eso, pero también sonreír… como no lo había hecho en mucho tiempo.

(Comienzo del Flashback)

Todo había comenzado hacia dos días. Una noche como tantas otras desde que hubiera llegado a ese horrible lugar hacia algunos minutos había comenzado. Una noche muy bella que solo podía presenciar desde la ventana del cuarto en que estaba encerrada, esperando a que algún idiota viniera a abusar de mi como lo hacían con todas mi amigas, y que aunque nos doliera y lo odiáramos debíamos soportar.

Esa noche  no había habido demasiada actividad así que éramos varias las que en ese momento estábamos solas y realmente esperábamos que siguiera así. Lamentablemente yo… fui de las pocas que había tenido la desdicha de haber tenido que ser visitada por… “clientes” a los que debía “atender”.
El primero que había venido era un Etemon, un digimon no solo feo, sino desagradable en su actitud. Siempre actuaba de forma machista e inmadura, burlándose de mí a la vez que me abofeteaba por simple diversión. Quisiera decir que eso fue lo peor de ese simio pero en realidad mentiría. Después de haberme golpeado no dudo en violarme con fuerza, lastimándome y haciéndome gritar de dolor, pero siempre me cerraba la boca para no escucharme. Había tratado de resistirme, pero solo había hecho que él me golpeara todavía más y también me penetrara por el ano y metiera su asqueroso miembro en mi boca. Se vino seis veces… seis veces sentí su asqueroso esperma entrar en mi cuerpo y fueron seis veces en las que me golpeo en el rostro y en el estómago. Cuando termino su fluido aun salía de mí, y estaba totalmente adolorida. Pero lo más terrible… es que otros habían venido después y ese Etemon no había sido el peor.

Luego de una hora, vino un Devimon, el digimon más espeluznante y tétrico que hubiera visto en mi vida, y con una fama de crueldad y brutalidad hacia cualquiera que se le cruzara, principalmente mujeres, y el que me había visitado hacia honor a eso.
Él no me golpeo, pero fue mucho peor lo que me hizo. Al principio me sujeto el rostro sin mucha fuerza y parecía que no me haría algún daño, pero todo era parte de su plan para satisfacer sus enfermos deseos. Al parecer me había puesto en una especie de hipnosis en la que… que… ¡Dios! Lloro de solo recordarlo. En esa hipnosis veía todo a mi alrededor convertirse en llamas, y a mis seres queridos morir de horribles y crueles formas. A los que fueron mis amigos insultándome y dejándome sola. Y yo… sintiéndome cada vez más y más débil. Todo eso que veía me hacía temblar, llorar y me rompían el corazón, y era ese sufrimiento en mi rostro era lo que ese Devimon quería ver, mientras me penetraba con fuerza, apretaba mi senos y lamia mi cuello con su larga lengua, que de vez en cuando usaba para lamer mis pezones o meterla en mi boca, en una especie de beso asqueroso. Fue un tiempo corto, pero lo sentí como un castigo eterno que cuando termino solo me hacía sentir miserable.

Después de eso pasaron varias horas en las que estuve sola pude descansar y recuperar un poco el aliento, sentada en mi cama. Aun me sentía triste y humillada, pero al menos se sentía algo más tranquila y sin más visitas, y esperaba que siguiera así pero…
Hubo un último cliente y lo que me hizo… lo que pase con él… lo de Devimon y Etemon no eran nada comparado con el sufrimiento que había pasado.
Finalmente había llegado alguien más y cuando lo vi… no lo podía creer.

—¿Gui… Guilmon?— pregunte levantándome de mi cama, con la voz entrecortada.

Efectivamente, quien había llegado a mi habitación era Guilmon, quien había sido mi novio, con quien había vivido un largo tiempo y el mismo que sin siquiera escucharme o ver más allá, una noche había venido y me había hecho sentir la peor basura de todas, insultándome e incluso diciéndome que me odiaba. No sabía cómo reaccionar o que decir en ese momento. Aun recordaba sus terribles palabras aquella noche y la forma en que me había tratado, pero también recordaba los maravillosos momentos que había pasado a su lado, las dificultades que ambos habíamos superado y sobre todo… lo mucho que yo lo amaba. Sentía una pequeña esperanza de que tal vez él hubiera entendido lo que yo pasaba en ese lugar, que no lo hacía por gusto y que realmente lo que más necesitaba era su apoyo. Pero al final esa esperanza murió de la peor manera posible.

—Buenas noches pequeña puta— me dijo con una sonrisa perversa, tirándome a la cama y sujetándome del cuello, lastimándome —¿Qué? ¿Acaso no te gusta esto? Creí que te gustaría esto porque… al final no eras más que una perra asquerosa que le gusta que la maltraten y revolcarse con otros—

No me podía creer que dijera esas cosas. Él no era el digimon del cual me había enamorado, estaba actuando como un demente y realmente veía en sus ojos una gran furia hacia mí. Yo, igual que aquella noche, esperaba que el me apoyara y me demostrara que aun valía algo para él, y en vez de eso solo me maltrataba, como si todo lo que ambos hubiéramos vivido ya no valiera nada, y eso me hizo llorar.

—¡Deja de llorar ramera!- me grito y me dio una fuerte bofetada que me dejo totalmente shockeada y triste, pero él aún no había terminado —¿crees que me voy a creer tus tonterías y dejarme convencer con esas lagrimas? Te entregue mi tiempo y mi amor y tú solo me dejaste para venir aquí para que otros hombres tengan sexo contigo— mientras más hablaba parecía más enojado y no veía en sus ojos ni un solo indicio de comprensión… solo veía odio —Eres de lo peor y por tu culpa ahora soy una vergüenza para todos. Me humillaste maldita puta al venir aquí y hacerme quedar como el estúpido que se preocupa mientras la novia se revuelca con otros. Pues… es hora de que me desquite zorra—

Era totalmente increíble y doloroso. Parecía que todo lo que habíamos vivido y la confianza que nos teníamos no hubiera valido nada. En vez de haber confiado en mí y realmente preocuparse él solo había creído lo que había visto, sin pensarlo dos veces y se había dejado influenciar por lo que otros decían. Lamentablemente eso parecía ser más fuerte que su amor por mí. Estaba destrozada y no me podía imaginar que podría ser peor, y sin embargo lo había.

—ya que te gusta tanto ser una puta… te voy a tratar como te mereces— dijo, y me acerco una maleta que había traído, pero que no había notado cuando entro.

Quise preguntar qué era lo que llevaba ahí, pero antes de hacerlo él la abrió y me lo mostro, dejándome horrorizada. No sabía de donde los había sacado, pero la maleta estaba llena de consoladores grandes y con espinas, así como otras cosas, entre ellas dos cinturones con los que me ato brazos y piernas, y una pelota que me ato en la boca para que no pudiera hablar.
Ya me tenía como él quería y pudo empezar. Saco un enorme consolador negro y sin que pudiera yo hacer nada me lo metió rápida y fuertemente en mi vagina, haciéndome sentir un dolor horrible que me hizo gritar, pero con esa pelota en mi boca nadie podía escucharme. Mis ojos se llenaban de cada vez más y más lágrimas, no solo por el dolor sino también por la tristeza de quien me estuviera lastimando fuera a quien yo una vez le decía “mi amor”. Mi expresión le hacía sonreír de una forma enfermiza y parecía que realmente disfrutaba hacerme sufrir, y lo peor es que aún no había terminado. Saco dos consoladores algo más pequeños y amos los puso en mi ano, causándome un dolor todavía peor y haciéndome gritar y llorar aún más, pero para Guilmon esa humillación no era suficiente. Con su mano comenzó a mover rápidamente el consolador que estaba en mi vagina, tratando de meterlo todavía más, mientras que con su otra mano hacia lo mismo con uno de los que estaba en mi ano.
Cada vez me sentía más húmeda, pero estaba sufriendo. Sentía un dolor peor que cualquier otro y si seguía así sentiría que en cualquier momento me destrozaría. Lloraba sin control y deseaba gritarle que ya se detuviera, que no me lastimara, pero mientras tuviera la boca tapada esos gritos solo se oirían como gemidos que a él lo complacerían aún más.

Tal vez solo habían pasado unos minutos pero en verdad se habían sentido como un dolor eterno, aun peor que el que me había hecho pasar Devimon, hasta que finalmente tuve un orgasmo pero… no sentía placer… solo dolor. Los consoladores se salieron de sus lugares y mi entrepierna quedo inundada de mi néctar, mientras y rostro solo reflejaba una profunda tristeza, mis ojos ya estaban rojos por las lágrimas y mi boca llena de saliva. Quería que ese sufrimiento terminara ya, pero el dinosaurio rojo aún no estaba conforme, quería seguir humillándome.

—No creas que he terminado contigo puta— dijo con una sonrisa en verdad desquiciada. ¿Tanto le estaba gustando verme sufrir? —aun no me he cobrado la vergüenza que he pasado por tu culpa—

Saco de esa maleta una especie de aparato eléctrico con cuatro cables que tenían cada uno una pinza en la punta. Yo trataba inútilmente de gritar y negarme a lo que fuera que quisiera hacerme. Dos de las pinzas las puso en mis pezones mientras que las otras las puso en mi vagina. Sabía lo que me haría y me movía como una loca y seguía gritándole que no lo hiciera, que no me hiciera daño, pero todo fue inútil. Él encendió ese aparto, liberando una enorme cantidad de electricidad que recorría todo mi cuerpo y me lastimaba horriblemente, pero para Guilmon aún no era suficiente.  El mismo consolador que había puesto en mi vagina lo había puesto en mi ano y me había quitado la pelota de mi boca solo para poner en su lugar tres consoladores, casi ahogándome con ellos pero sin importarle demasiado.
La anterior tortura no se comparaba con esa. Durante casi una hora él me dejo esa maldita cosa conectada y esa punzantes descargas recorrían todo mi cuerpo, sintiéndose como millones de agujas que me punzaban y al mismo tiempo sentía que me quemaba, y con esos consoladores en mi ano y mi boca sentía que me estaba despedazando mientras apenas podía respirar, y Guilmon por su parte solo sonreía y se masturbaba con mi sufrimiento, viniéndose varias veces sobre mi como si nada.
Media hora paso y lamentablemente tuve varios orgasmos involuntarios que me dejaron muy mojada y que hacían que las descargas se sintieran mucho peores, y que hacían que Guilmon me nalgueara una y otra vez diciéndome puta, zorra, y demás que solo me hacían sentir mucho peor y que llorara aún más.
Paso otra media hora y… la tortura había terminado. La máquina se había apagado y por fin mi cuerpo se relajaba, pero sintiendo que había ardido en el mismo infierno y mi cuerpo tenía espasmo ocasionales, pero al menos había escupido los consoladores de mi boca y el del ano se había salido. Estaba adolorida, humillada y muy triste, pero al menos al fin había terminado… o eso había creído.

—¿Te gusto?— pregunto de un modo realmente sínico, y con una sonrisa desagradable que ya estaba odiando —pues aun no me he desquitado lo suficiente por la vergüenza que tu actitud de perra me hizo pasar— sujetándome la cara y luego alejándose de mí. Realmente estaba empezando a odiarlo —por eso te voy hacer pasar por lo mismo. No me interesa tener a una puta como tú como novia. Hay mejores mujeres, mas decentes y respetables y ya he encontrado a alguien que realmente vale la pena. Alguien… que no es una zorra—

Mientras más lo oía hablar más triste me sentía. Esas palabras me habían caído como un balde de agua fría y me hacían sentir de lo peor pero…
No estaba preparada para lo que él iba a hacer.

Llamo alguien que entro a la habitación y me sorprendí bastante al ver que se trataba de una Zephyrmon y… no era una cualquiera. Ella… ella era mi amiga. Vivía cerca al lugar en el que Guilmon y yo vivíamos, nos había ayudado mucho y nosotros también la habíamos ayudado muchas veces. Era muy cercana a Guilmon y a mí, y en verdad la apreciaba y… ¿Qué estaba pasando?

Estaba tan débil y adolorida que ni siquiera podía hablar y menos moverme. Solo podía ver a esa chica acercarse Guilmon y… acariciarlo, quitarse su máscara para besarlo en la mejilla y rozando sus pechos contra su brazo. Aunque no pudiera decir nada estaba sorprendida, decepcionada y muy triste. Mi rostro reflejaba toda la tristeza que sentía, pero a ellos no les importaba y solo me miraban como si se burlaran.

—Tenías razón amor, ahora solo es una puta— dijo ella abrazando a Guilmon y mirándome como… si le diera asco —Después de todo lo que nos preocupamos y verla aquí… admito que no lo creía cuando lo escuche y pensé que la obligaban pero… realmente parece una puta y se merece todo lo que le pase. Ella no vale la pena pero… ¿realmente quieres hacer esto?—
—esa prostituta…— mirándome con enojo —no le importó venir aquí a revolcarse con hombres aun cuando salía conmigo. Así que menos me importa que vea que conseguido a alguien mejor… y que ella no vale nada—
—jmjmjm, tienes razón cariño—

No… no podía creer lo que estaba escuchando. Esto… no podía estar pasando… ¿Dónde había quedado el amor que él me había declarado o la amistad que tenía con ella?
Realmente parecía que ya nada de eso importaba y para ellos yo no valía nada.

Zephyrmon se quitó la ropa y se recostó en el suelo para que luego Guilmon se recostara sobre ella. Sin importarles lo triste que estaba y que los estuviera viendo… ellos solo se rieron de mi para luego empezar a tener sexo frente a mis ojos.
Los veía y los escuchaba gemir de placer y disfrutar de ese excitante momento mientras que mis ojos solo se llenaban de lágrimas, los buenos momentos que recodaba que había pasado con ellos se hacían amargos y sentía que mi corazón moría y se hacía pedazos.
Quería gritarles que se detuvieran, que no me lastimaran más, pero no me salían las palabras y solo podía seguir viendo como… estaba en una situación terrible y aquellos que se suponía debían apoyarme solo habían pensado lo peor de mí y ahora me humillaban y me traicionaban. Ni siquiera puedo describir lo que ellos hacían, porque lo único que sentía era dolor.

Paso tal vez una o dos horas, no estoy segura y la verdad ya no me importaba. El punto es que ambos habían terminado. Zephyrmon se volvió a vestir y salió de la habitación mientras Guilmon recogía todas las cosas que había traído y las guardaba en su maleta, me desataba los brazos y las piernas, y me dejaba acostada en mi cama. Juro que de haber tenido fuerza lo hubiera ahorcado, pero todavía me sentía muy débil y no sabía cuándo me sentiría mejor, y aunque estuviera bien ese maldito collar no me dejaría hacerle demasiado daño.
Solo podía quedarme quieta mientras él me miraba por última vez con una sonrisa perversa, y me dedicaba unas últimas palabras.

—Considera que la humillación ya ha sido compensada. Ahora yo regresare a mi vida y tú quédate con tu vida de puta. Adiós… ramera— dijo, y antes de irse me dio un beso en los labios, pero no era un lleno de amor, y solo era una forma de humillarme más.

Guilmon y… ya no podía usar la palabra “amiga”, se habían marchado.
Ahora estaba sola, débil, con un dolor punzante en todo el cuerpo, con un rio de lágrimas en mis ojos y un corazón sin vida, totalmente roto y con un terrible momento que se repetía una y otra vez en mi mente, y que sabía que me torturaría para siempre. Renamon siempre decía que a pesar de todo siempre debíamos mantener la esperanza, y que estaba segura de que un día encontraríamos a alguien que nos amara. Pero…
Para mí eso se había terminado. Lo que había pasado esa noche… me había quebrado por completo. Ya no creía en el amor, ni en la amistad, menos tenia esperanza de que las cosas pudieran mejorar, ya todo eso se había muerto junto con la historia de amor que una vez tuve con ese Guilmon.
Pasaron las horas y poco a poco me empecé a quedar dormida pero… en todo momento no dejaba de sufrir y sabía que nunca me recuperaría. Estaba totalmente desecha, ya nada me importaba y ya no sentía nada en mi destrozado corazón. Solo pensaba en una cosa y la decía en voz baja mientras cerraba mis ojos y me quedaba profundamente dormida.

—Odio… odio mi vida. Solo hay dolor en mí… y ya no quiero sufrir más. Solo… quiero…… morir—     


La mañana siguiente fue como cualquier otra. El sol salía y me daba en la cara, así como soplaba una suave brisa que entraba por la ventana de mi habitación y me decía quera tiempo de levantar.
Ya era el momento de ir a desayunar y encontrarme con las demás chicas, para luego regresar a mi cuarto y esperar a la tarde y que nuestra maldita pesadilla empezara una vez más, y esa idea de seguir con la misma rutina no me animaba en lo más mínimo. Tenía mucha hambre y aunque fuera poco lo que nos dieran sabía que debía ir a comer si quería sentirme mucho mejor pero…
La verdad es que en ese momento no había querido levantarme. La verdad es que no podía. Aun me sentía deprimida, sin fuerzas y sin ningún deseo de hacer nada, solo sintiendo en mi interior el dolor por el que había pasado la noche anterior y repitiéndola una y otra vez en mi mente. Y aunque suene terrible, yo…  solo sentía que quería morirme… y ya no sufrir más.
Trataba de darme ánimos y levantarme pero simplemente era inútil. Me sentía terrible… en verdad me sentía terrible.

Pasaron varios minutos hasta que al final decidí levantarme únicamente impulsada por mi hambre, porque todo lo demás ya no me importaba. No tarde demasiado en llegar al comedor y ver a las demás chicas las cuales habían unido al parecer varias mesas para comer todas juntas. No entendía porque habían hecho eso aunque no le di mayor importancia. Varias de mis amigas me vieron y me saludaron de una forma muy amigable, aunque hubiera querido devolverles el saludo ni siquiera tenía ánimos para eso. Solo me senté en una mesa no muy alejada de las demás, pero lo suficientemente alejada para estar sola.

—¿Te encuentras bien?— me pregunto Yashamon mientras me dejaba el desayuno.

No hubiera querido se grosera con él, pero en verdad no tenía ánimos de nada, y solo le hice un gesto para que entendiera que no quería hablar. Yashamon había entendido el gesto y se había marchado, así que ahora podía desayunar pero… a penas y di unos cuantos bocados y ya no quise comer. Cada momento me sentía más triste y más decaída y ni siquiera quería comer aunque tuviera hambre. Solo me sentía devastada, vacía, y aunque ya había intentado olvidarlo lo que me había sucedido aún seguía atormentando. Solo di un bocado más y deje la comida a un lado para seguir sufriendo en silencio porque ya nada me importaba, ni siquiera las cosas que mis compañeras decían a pesar de alcanzarlas a oír bastante claro.

—Entonces… ellas pasaron por mucho ¿verdad?— comento Ranamon, algo decaída —es muy triste que ni siquiera muertas puedan alejarse de este miserable lugar—
—Lo mismo pensé en ese momento— comento Renamon —y créanme que aun ahora me siento mal por ellas y porque no puedan dejar este lugar para siempre. Pero… a pesar de todo lo que ellas pasaron ellas nunca perdieron la esperanza, y aun hoy no la pierden—
—¿A pesar de todo lo que pasaron ellas nunca perdieron las esperanzas?— pregunto Gatomon.
—Así es— le respondió Renamon con una sonrisa —y ellas… aunque no podemos verlas nos apoyan, y aunque saben que es difícil dicen que debemos mantenernos fuertes—

Seguí escuchándolas y más o menos me enteraba de lo que hablaban. Al parecer la noche anterior había logrado sacar su alma o algo así por medio de una técnica de su raza usando como ayuda una constelación muy poco usual. Había llegado al mundo de los espíritus y había conocido a otras chicas que antes habían sido prisioneras en este lugar, incluso se había encontrado con Flamedramon, una chica de la que era muy amiga y de la que había escuchado mucho desde que llegue ahí. Incluso había dicho que todo ese viaje lo había hecho solo para encontrar a su madre y al final la había visto aunque fue por poco tiempo.
También contaba un poco las historias que aquellas prisioneras le habían compartido, y al escucharlas todas, incluso Renamon se ponían algo tristes. Pero cuando Renamon les contaba las cosas buenas que todas ellas le habían dicho, que no debían perder las esperanzas ni rendirse, las chicas se volvían a animar e incluso parecían sentirse un poco mejor. Lamentablemente eso no había ocurrido conmigo. Yo aún seguía triste y lamentándome y… nada me podría hacer sentir mejor.

Una vez Renamon había terminado su relato, todas siguieron comiendo su desayuno y no tardaron mucho en verme y darse cuenta lo triste que estaba, aunque hubiera preferido que no me notaran.
Todas me miraban preocupadas y querían saber que me sucedía para tratar de ayudarme, y como era de esperar, la primera en acercarse fue Renamon.

—Hola Guilmon ¿te encuentras bien?— mirando mi expresión triste y notando que casi no había comido nada —No has comido ¿Estás bien? ¿Te sientes enferma?—

Sé que Renamon se preocupaba por mí, como lo hacía con las demás, y en verdad quería responderle y desahogarme un poco para sentirme mejor, pero sencillamente estaba muy triste para hacerlo y… había una razón más.
Esa noche, antes de que Guilmon llegara yo había encendido la televisión solo para saber cómo estaban mis amigas y esperando que estuvieran bien, y a la primera que vi fue a Renamon acompañada por ya novio Exveemon, ambos contentos y muy felices, disfrutando estar juntos y demostrándose su amor. Eso me había dado esa pizca de esperanza que luego había perdido, y ahora que lo recordaba me sentía aún más triste y sentía mucho enojo y envidia hacia Renamon.

Ella noto como estaba y que difícilmente podría hablar, pero no se fue y en su lugar se sentó a mi lado, manteniendo su distancia para no incomodarme. Estuvimos un largo tiempo calladas hasta que ella decidió hablar.

—No sé lo que sucede Guilmon… pero sé que estas muy triste. No quieres hablar y tampoco has querido comer, y créeme, se lo que es eso. Yo también me sentido tan triste que realmente no quisiera hacer nada, ni siquiera salir de mi cuarto y es que… lo que vivimos en este lugar nos puede hacer sentir así. Pero…— tomando mis manos —recuerda que no estás sola. Todas aquí somos tus amigas y te apoyamos y también… si dejas que la tristeza te domine solo sufrirás más. Debes mantenerte fuerte y tener fe en que todo mejorara. Y si no te sientes tan fuerte… sabes que cuentas con nosotras, amigas que te entienden y que siempre te apoyaran—

Y luego de eso me regalo una linda sonrisa, y vi que todas a mi alrededor me sonreían también. Yo… yo sabía que las cosas que me decía Renamon no eran simplemente palabras, eran cosas que ella realmente creía y sentía, y tenía razón en que debía mantener la fe y no rendirme, y sobre todo… que yo no estaba sola porque había otras como yo y que siempre me apoyarían. En verdad sentía ese ánimo que ella siempre intentaba transmitirnos así como su sincera y valiosa amistad, y yo quería sonreírle, decirle también que tenía razón y abrazarla, porque en momentos como ese era el tipo de apoyo que más necesitamos.
Pero desgraciadamente yo ya estaba muy herida, destrozada y triste para eso. Mi corazón se había roto y ya no creía ni me importaba nada, y a pesar del ánimo de Renamon… ya sentía que nada me podía animar.

—Renamon…— dije finalmente, después de un largo tiempo de no hablar —agradezco que quieras animarme, y lamento decirte esto, pero…— soltándome de sus manos y levantándome de la silla —eso no funcionara… nadie puede anime… y ya nada me importa—

Todo eso lo había dicho de una forma realmente fría y dejaba ver lo mal que estaba en ese momento. No quería transmitirles a las demás mi tristeza ni decir algo que las hiciera sentir peor, y comencé a caminar hacia la entrada para regresar a mi cuarto y así sufrir sola.

—¡Guilmon espera!— le escuche gritar a Renamon y voltee a verla —mira, si tú deseas estar sola está bien, lo entiendo y sé que necesitas tu espacio…—
—No Renamon— la interrumpí, sin mirarla y sin cambiar mi tono de voz —esta vez… ni tú… ni nadie puede entenderme. No puedes entender… lo que estoy pasando—
—entonces… quisiera saberlo. Por favor dime lo que te pasa y así podre entenderte—

Ella realmente se veía preocupada por mí, al igual que todas las chicas y así sentí aún más que no estaba sola, pero eso ya no me ayudaría. Como ya no me importaba nada pude explicarle no solo a Renamon sino a todas lo que había pasado. Explique lo que Guilmon me había dicho y hecho, sin omitir ni un solo detalle y mientras hablaba revivía ese sufrimiento en mi mente y volvía a llorar.
Cuando termine mi historia todas estaban horrorizadas de lo que había sufrido y que aun peor algo así lo hubiera hecho alguien que había sido mi pareja y quien decía amarme. A varias de ellas se les escapaba alguna lágrima y Renamon también lloraba.
Yo la veía y sabía que era sincera pero… también volvía a sentir la ira que sentí hacia ese par de traidores que decían quererme y hacia Renamon.

—Guilmon… no tenía idea. Yo… realmente lo lamento— decía, realmente triste por mí —sé que necesitas tiempo para recuperarte y no te molestare más. Pero sabes que si necesitas a alguien— colocando su mano sobre mi hombro —siempre podrás contar conmigo—
—¡NO!— grite, quitando su mano de mi hombro con agresividad y alejándome de ella.

Ahora miraba a la zorra amarilla y al resto de las digimons con una expresión llena de furia que las asustaba y las hacia preocupar más por mí. Realmente no quería hacerlo pero la furia de esa humillación ahora me dominaba y hacían expresar todo mi dolor y todo lo que pensaba y sentía desde esa noche.

—Guilmon… por favor tranquilízate— me pedía Renamon, manteniendo su distancia y muy asustada y preocupada, pero no quería escucharla.
—¡NO!— le grite —¡¿Qué no lo entiendes?!¡Tú no puedes entender lo que siento! ¡El hombre al que yo amaba vino hasta aquí, y estuvo conmigo! Ninguna había tenido esa oportunidad. Yo… yo he sido la única que ha podido ver a una de los digimons que han sido importantes en nuestra vida… y de los que fuimos alejadas. Y… ¡¿Y de que sirvió eso?!¡a él no le importó que yo sufriera ni que estuviera encerrada contra mi voluntad y menos le importo que fuera violada!¡él solo pensaba que era una ramera y una puta, me dijo que me odiaba y me dejo aquí… sin importarle nada!— mientras más gritaba más volvía a recordar esa noche y más furiosa me sentía —¡y si no fuera suficiente volvió a venir solo para torturarme, traicionarme con mi mejor amiga y dejarme en claro que para él ya no valía nada!—
—Guilmon te entiendo…—
—¡No entiendes nada!¡no digas que me entiendes cuando tú has sido tan afortunada!¡a ti te visita un hombre que te ama y te trata con cariño!¡él solo te quiere y nunca te ha maltratado ni te ha decepcionado y siempre que puede estar contigo así que… NO ME DIGAS QUE ME ENTIENDES PORQUE NO ES ASÍ!—
—pero…—
—Yo te vi anoche por la televisión. Estabas con él… haciendo el amor… siendo tratada con cuidado y dulzura. Mi novio vino a verme y yo…— volviendo a llorar —yo… solo quería experimentar la misma felicidad y ese mismo placer que tú sentías… con alguien a quien amo. Pero él me decepciono y me humillo—
—Guilmon…—
—¡POR ESO TÚ NO PUEDES ENTENDERME!— le volví a gritar con todas mis fuerzas y toda mi ira —¡Deja de tratar de animarme cuando no sabes lo que siento!— toda el dolor que había sentido esa noche salía cada vez más a flote y ahora miraba a todas las chicas —¡Deja de decir que mantengamos la fe y todas ustedes dejen de creer en esa basura!—

Deje de gritar y solo caí de rodillas en el suelo. Estaba dejando salir todos los sentimientos de mi muerto corazón y… el hecho de que ya nada importa.

—de nada… de nada sirve mantener la fe, ni tener esperanza. Al final todo eso morirá en vano… porque jamás saldremos de aquí— ahora hablaba en un tono apagado y triste, y mis ojos volvían a llenarse de lágrimas, como si no hubiera llorado lo suficiente ya —y aunque salgamos… de nada servirá porque para todos solo seremos zorras, putas, mujeres que se vendieron y nadie le importara lo que sintamos o sufrimos… porque nos traicionaran. ¡Solo mírenme! El chico del que me enamore ni siquiera se preocupó por mí y solo pensó que lo había engañado y que me gusta. Me humillo y ahora para él solo soy basura, y lo peor… sin importarle mis sentimientos me engaño con mi mejor amiga y tuvo sexo con mi mejor amiga. No vale la pena tener esperanza… ni amor… ni amistad. Esas cosas… ya no valen nada para mí… porque a nadie le importo—

Mientras más hablaba más se quebraba mi espíritu. Ya todas sabían cómo me sentía y entendían porque estaba actuando como lo hacía pero… ya no importaba, ya no me importaba nada.

—Ya no me importa nada— decía —solo tengo dolor y sufrimiento, y cualquier esperanza… no sirve. Mi vida… ya no me importa… no vale nada. Ya… yo no quiero seguir—

Mi espíritu se había quebrado por completo. Aquella tristeza de esa noche me había ido consumiendo toda la noche hasta ese momento. Ahora… ya nada podía salvarme y lo único que había en mi era solo una idea… la de dejar de sufrir.

—No quiero seguir sufriendo. A nadie le pesara lo que me pase porque a nadie le importo y mi vida no tiene valor— levantando una de mis garras hasta mi pecho.

No importaba que ese collar anulara nuestros poderes, aun podía usar suficiente presión para atravesarme. Sería algo rápido y tal vez sin dolor… terminaría mi vida… y dejaría de sufrir.

—Nada me importa… solo… solo quiero morir— acercando aún más mi garra, y segura de que pronto… mi vida y mi dolor terminarían.

Pero…

Antes de que acabara con todo alguien se acercó a mí y sujeto mi garra, para luego alejarla de mí. Me sorprendí bastante de eso y vi que quien me había detenido era Renamon. Creo que había una parte de mí que estaba agradecida por eso pero… otra estaba bastante furiosa y no tarde en demostrarlo.

—¡Renamon ¿Por qué me detienes?!— Le gritaba totalmente dominada por la ira —¡¿Qué no entiendes todo lo que siento y todo lo que sufro?!¡Mi vida ya no tiene ninguna importancia, no tengo nada por que vivir ni a nadie a quien le importe, solo quiero morirme de una maldita vez y terminar con esto!—

Y antes de que siguiera gritando Renamon hizo algo que nunca creí que fuera capaz de hacer. Ella me dio una fuerte bofetada que se escuchó y me dejo una enorme marca. Todas estaban sorprendidas por eso y tal vez yo era la más sorprendida por eso.
Pronto me recupere del golpe y quería gritarle, incluso golpearla también si era necesario, pero no hice nada de ello. Antes de que pidiera hacer nada ella me abrazo fuertemente, incluso estaba llorando y sentía sus lágrimas bajar y llegar hasta mi cuerpo. De pronto todo el enojo que había sentido hacia solo un momento parecía haber desaparecido y no sabía que decir, pero mi amiga si lo sabía y se alejó un poco de mi para que pudiera verla.

—Guilmon… nunca vuelvas hacer algo así— me dijo y se veía muy triste.


Continuara…
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Bueno, ha sido un largo de no publicar aquí traigo un nuevo capítulo, solo que queriendo hacer algo especial para mi personaje principal, decidí darle algo de participación a una secundaria y aunque sé que la hice sufrir mucho, realmente valdrá la pena.
Inicialmente quise hacer este capítulo más largo, pero pensé que sería bueno no poner tantas cosas y pensé más bien hacer un capítulo más, el cual estoy seguro que será largo.

Así que aquí esta una vez más este fic, tardado pero no muerto. Agradezco sus comentarios y no leeremos después :)

4 comentarios:

  1. Pensé que no volvería T-T ... Lástima que no te alcanzara el espacio

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    1. no fue que no me alcanzara el espacio, es que considere que no era bueno que fuera tan largo y por eso lo corte

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  2. Pensé que no volvería T-T ... Lástima que no te alcanzara el espacio

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  3. años leyendo y nunca sabré el final
    triste pero que diablos señor Figueroa
    las cosas son así.

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