Capítulo 11, el dolor de guilmon
(POV de Renamon)
Era otra noche en ese maldito prostíbulo. Jmjmjm
no, en realidad no lo era.
Esa era una noche… bastante especial, en la
ninguna de nosotras sufría. Nadie era abusada, ni era golpeada u ofendida. Nadie
lloraba, triste por las cosas terribles que debíamos soportar día a día, así
como el dolor por haber sido alejadas de todo lo que a nos importaba y amábamos.
Esa… era una noche tranquila, y tal vez lo más importante de todo, ninguna
estaba sola.
Estaba en mi cuarto como siempre, pero en
esta ocasión no estaba yo sola, ya que todas las demás chicas estaban reunidas
conmigo y en ese momento dormían. Realmente era un espacio pequeño y algo incómodo,
así que todas estaban acomodadas de alguna manera. Unas sentadas en el suelo y
acomodadas contra una pared, otras recostadas en el frio suelo, pero todas
tenían algo en común, y es que todas dormían plácidamente, abrazadas en
parejas, y con una linda y duce sonrisa en sus rostros. Ninguna de ellas había
estado triste en esa noche, y todas habían vivido un maravilloso momento juntas
que las había hecho sentir queridas, amadas, respetadas, y sobretodo felices, y
que aun dormidas se reflejaba en sus rostros. Y yo… bueno, yo había tenido la
fortuna de haber compartido ese momento con ellas y experimentar la felicidad
que mis amigas habían sentido.
Realmente había sido una noche que ninguna
de ellas olvidaría y siempre la tendrían presente en su corazón, y por
supuesto, yo tampoco la olvidaría jamás.
Había sido casi un momento mágico pero… de
todas las chicas… había una que esa noche había sido más especial e importante.
Ella había pasado por mucho y estaba muy herida, pero al final pudo dejar toda
su tristeza de lado y sentirse plenamente feliz, sentirse querida y… que ella
era especial… que tenía un propósito en la vida. Y esa chica ahora estaba a mi
lado, acostada junto a mí en mi cama. Yo me quedaba poco a poco dormida
mientras que ella gentilmente cepillaba mi pelaje con sus garras, sintiendo
todo su cariño y su felicidad. Una felicidad que… realmente le hacía falta
sentir.
Esa chica… era Guilmon.
(POV de Guilmon)
Seguramente era la una de la mañana. La luz
de la luna y las estrellas iluminaba hermosamente los bosques, los campos y las
colinas que se encontraban ahí afuera, y esa misma luz entraba por la ventana y
nos acompañaba mientras todas mis amigas dormían. Yo por mi parte aun no podía conciliar
el sueño, y por más que lo intentaba simplemente no podía. Aunque era mejor así.
Podía ver a las demás chicas dormir profundamente, unidas en cálidos abrazos y
con dulces sonrisas que marcaban sus rostros, reflejando una tranquilidad y una
alegría como si todas las cosas malas que les hubieran pasado se hubieran ido,
y no era para menos.
Esa noche… había sido simplemente
maravillosa para todas, y todo se había hecho en honor a quien era nuestro
principal apoyo sin el cual… tal vez habríamos perdido la esperanza hacía mucho
tiempo. Esa era nuestra querida amiga Renamon, quien dormía tan plácidamente
como las demás, acomodada en su cama, y yo estaba a su lado, mirándola y
pasando suavemente mis garras por entre sus hermoso y suave pelaje, tratando de
estar lo más cerca de ella para darle un poco de calor. Era otra forma de darle
las gracias… por todo lo que ella había hecho por mí… por nosotras.
Mientras la miraba recordaba cómo es que
habíamos terminado todas compartiendo su habitación, y la maravillosa noche que
habíamos vivido. Jmjm, no puedo evitar sonrojarme al pensar eso, pero también sonreír…
como no lo había hecho en mucho tiempo.
(Comienzo del Flashback)
Todo había comenzado hacia dos días. Una
noche como tantas otras desde que hubiera llegado a ese horrible lugar hacia
algunos minutos había comenzado. Una noche muy bella que solo podía presenciar
desde la ventana del cuarto en que estaba encerrada, esperando a que algún
idiota viniera a abusar de mi como lo hacían con todas mi amigas, y que aunque
nos doliera y lo odiáramos debíamos soportar.
Esa noche no había habido demasiada actividad así que
éramos varias las que en ese momento estábamos solas y realmente esperábamos
que siguiera así. Lamentablemente yo… fui de las pocas que había tenido la
desdicha de haber tenido que ser visitada por… “clientes” a los que debía
“atender”.
El primero que había venido era un Etemon,
un digimon no solo feo, sino desagradable en su actitud. Siempre actuaba de
forma machista e inmadura, burlándose de mí a la vez que me abofeteaba por
simple diversión. Quisiera decir que eso fue lo peor de ese simio pero en
realidad mentiría. Después de haberme golpeado no dudo en violarme con fuerza,
lastimándome y haciéndome gritar de dolor, pero siempre me cerraba la boca para
no escucharme. Había tratado de resistirme, pero solo había hecho que él me
golpeara todavía más y también me penetrara por el ano y metiera su asqueroso
miembro en mi boca. Se vino seis veces… seis veces sentí su asqueroso esperma
entrar en mi cuerpo y fueron seis veces en las que me golpeo en el rostro y en
el estómago. Cuando termino su fluido aun salía de mí, y estaba totalmente
adolorida. Pero lo más terrible… es que otros habían venido después y ese
Etemon no había sido el peor.
Luego de una hora, vino un Devimon, el
digimon más espeluznante y tétrico que hubiera visto en mi vida, y con una fama
de crueldad y brutalidad hacia cualquiera que se le cruzara, principalmente
mujeres, y el que me había visitado hacia honor a eso.
Él no me golpeo, pero fue mucho peor lo que
me hizo. Al principio me sujeto el rostro sin mucha fuerza y parecía que no me
haría algún daño, pero todo era parte de su plan para satisfacer sus enfermos
deseos. Al parecer me había puesto en una especie de hipnosis en la que… que…
¡Dios! Lloro de solo recordarlo. En esa hipnosis veía todo a mi alrededor
convertirse en llamas, y a mis seres queridos morir de horribles y crueles
formas. A los que fueron mis amigos insultándome y dejándome sola. Y yo…
sintiéndome cada vez más y más débil. Todo eso que veía me hacía temblar,
llorar y me rompían el corazón, y era ese sufrimiento en mi rostro era lo que
ese Devimon quería ver, mientras me penetraba con fuerza, apretaba mi senos y
lamia mi cuello con su larga lengua, que de vez en cuando usaba para lamer mis
pezones o meterla en mi boca, en una especie de beso asqueroso. Fue un tiempo
corto, pero lo sentí como un castigo eterno que cuando termino solo me hacía
sentir miserable.
Después de eso pasaron varias horas en las
que estuve sola pude descansar y recuperar un poco el aliento, sentada en mi
cama. Aun me sentía triste y humillada, pero al menos se sentía algo más
tranquila y sin más visitas, y esperaba que siguiera así pero…
Hubo un último cliente y lo que me hizo… lo
que pase con él… lo de Devimon y Etemon no eran nada comparado con el
sufrimiento que había pasado.
Finalmente había llegado alguien más y
cuando lo vi… no lo podía creer.
—¿Gui… Guilmon?— pregunte levantándome de
mi cama, con la voz entrecortada.
Efectivamente, quien había llegado a mi
habitación era Guilmon, quien había sido mi novio, con quien había vivido un
largo tiempo y el mismo que sin siquiera escucharme o ver más allá, una noche
había venido y me había hecho sentir la peor basura de todas, insultándome e
incluso diciéndome que me odiaba. No sabía cómo reaccionar o que decir en ese
momento. Aun recordaba sus terribles palabras aquella noche y la forma en que
me había tratado, pero también recordaba los maravillosos momentos que había
pasado a su lado, las dificultades que ambos habíamos superado y sobre todo… lo
mucho que yo lo amaba. Sentía una pequeña esperanza de que tal vez él hubiera
entendido lo que yo pasaba en ese lugar, que no lo hacía por gusto y que
realmente lo que más necesitaba era su apoyo. Pero al final esa esperanza murió
de la peor manera posible.
—Buenas noches pequeña puta— me dijo con
una sonrisa perversa, tirándome a la cama y sujetándome del cuello,
lastimándome —¿Qué? ¿Acaso no te gusta esto? Creí que te gustaría esto porque…
al final no eras más que una perra asquerosa que le gusta que la maltraten y
revolcarse con otros—
No me podía creer que dijera esas cosas. Él
no era el digimon del cual me había enamorado, estaba actuando como un demente
y realmente veía en sus ojos una gran furia hacia mí. Yo, igual que aquella
noche, esperaba que el me apoyara y me demostrara que aun valía algo para él, y
en vez de eso solo me maltrataba, como si todo lo que ambos hubiéramos vivido
ya no valiera nada, y eso me hizo llorar.
—¡Deja de llorar ramera!- me grito y me dio
una fuerte bofetada que me dejo totalmente shockeada y triste, pero él aún no
había terminado —¿crees que me voy a creer tus tonterías y dejarme convencer
con esas lagrimas? Te entregue mi tiempo y mi amor y tú solo me dejaste para
venir aquí para que otros hombres tengan sexo contigo— mientras más hablaba
parecía más enojado y no veía en sus ojos ni un solo indicio de comprensión…
solo veía odio —Eres de lo peor y por tu culpa ahora soy una vergüenza para
todos. Me humillaste maldita puta al venir aquí y hacerme quedar como el
estúpido que se preocupa mientras la novia se revuelca con otros. Pues… es hora
de que me desquite zorra—
Era totalmente increíble y doloroso.
Parecía que todo lo que habíamos vivido y la confianza que nos teníamos no
hubiera valido nada. En vez de haber confiado en mí y realmente preocuparse él
solo había creído lo que había visto, sin pensarlo dos veces y se había dejado
influenciar por lo que otros decían. Lamentablemente eso parecía ser más fuerte
que su amor por mí. Estaba destrozada y no me podía imaginar que podría ser peor,
y sin embargo lo había.
—ya que te gusta tanto ser una puta… te voy
a tratar como te mereces— dijo, y me acerco una maleta que había traído, pero
que no había notado cuando entro.
Quise preguntar qué era lo que llevaba ahí,
pero antes de hacerlo él la abrió y me lo mostro, dejándome horrorizada. No sabía
de donde los había sacado, pero la maleta estaba llena de consoladores grandes
y con espinas, así como otras cosas, entre ellas dos cinturones con los que me
ato brazos y piernas, y una pelota que me ato en la boca para que no pudiera
hablar.
Ya me tenía como él quería y pudo empezar.
Saco un enorme consolador negro y sin que pudiera yo hacer nada me lo metió
rápida y fuertemente en mi vagina, haciéndome sentir un dolor horrible que me
hizo gritar, pero con esa pelota en mi boca nadie podía escucharme. Mis ojos se
llenaban de cada vez más y más lágrimas, no solo por el dolor sino también por
la tristeza de quien me estuviera lastimando fuera a quien yo una vez le decía
“mi amor”. Mi expresión le hacía sonreír de una forma enfermiza y parecía que
realmente disfrutaba hacerme sufrir, y lo peor es que aún no había terminado.
Saco dos consoladores algo más pequeños y amos los puso en mi ano, causándome
un dolor todavía peor y haciéndome gritar y llorar aún más, pero para Guilmon
esa humillación no era suficiente. Con su mano comenzó a mover rápidamente el
consolador que estaba en mi vagina, tratando de meterlo todavía más, mientras
que con su otra mano hacia lo mismo con uno de los que estaba en mi ano.
Cada vez me sentía más húmeda, pero estaba
sufriendo. Sentía un dolor peor que cualquier otro y si seguía así sentiría que
en cualquier momento me destrozaría. Lloraba sin control y deseaba gritarle que
ya se detuviera, que no me lastimara, pero mientras tuviera la boca tapada esos
gritos solo se oirían como gemidos que a él lo complacerían aún más.
Tal vez solo habían pasado unos minutos
pero en verdad se habían sentido como un dolor eterno, aun peor que el que me
había hecho pasar Devimon, hasta que finalmente tuve un orgasmo pero… no sentía
placer… solo dolor. Los consoladores se salieron de sus lugares y mi
entrepierna quedo inundada de mi néctar, mientras y rostro solo reflejaba una
profunda tristeza, mis ojos ya estaban rojos por las lágrimas y mi boca llena
de saliva. Quería que ese sufrimiento terminara ya, pero el dinosaurio rojo aún
no estaba conforme, quería seguir humillándome.
—No creas que he terminado contigo puta—
dijo con una sonrisa en verdad desquiciada. ¿Tanto le estaba gustando verme
sufrir? —aun no me he cobrado la vergüenza que he pasado por tu culpa—
Saco de esa maleta una especie de aparato
eléctrico con cuatro cables que tenían cada uno una pinza en la punta. Yo
trataba inútilmente de gritar y negarme a lo que fuera que quisiera hacerme.
Dos de las pinzas las puso en mis pezones mientras que las otras las puso en mi
vagina. Sabía lo que me haría y me movía como una loca y seguía gritándole que
no lo hiciera, que no me hiciera daño, pero todo fue inútil. Él encendió ese
aparto, liberando una enorme cantidad de electricidad que recorría todo mi
cuerpo y me lastimaba horriblemente, pero para Guilmon aún no era suficiente. El mismo consolador que había puesto en mi
vagina lo había puesto en mi ano y me había quitado la pelota de mi boca solo
para poner en su lugar tres consoladores, casi ahogándome con ellos pero sin
importarle demasiado.
La anterior tortura no se comparaba con
esa. Durante casi una hora él me dejo esa maldita cosa conectada y esa
punzantes descargas recorrían todo mi cuerpo, sintiéndose como millones de
agujas que me punzaban y al mismo tiempo sentía que me quemaba, y con esos
consoladores en mi ano y mi boca sentía que me estaba despedazando mientras
apenas podía respirar, y Guilmon por su parte solo sonreía y se masturbaba con
mi sufrimiento, viniéndose varias veces sobre mi como si nada.
Media hora paso y lamentablemente tuve
varios orgasmos involuntarios que me dejaron muy mojada y que hacían que las
descargas se sintieran mucho peores, y que hacían que Guilmon me nalgueara una
y otra vez diciéndome puta, zorra, y demás que solo me hacían sentir mucho peor
y que llorara aún más.
Paso otra media hora y… la tortura había
terminado. La máquina se había apagado y por fin mi cuerpo se relajaba, pero sintiendo
que había ardido en el mismo infierno y mi cuerpo tenía espasmo ocasionales,
pero al menos había escupido los consoladores de mi boca y el del ano se había
salido. Estaba adolorida, humillada y muy triste, pero al menos al fin había
terminado… o eso había creído.
—¿Te gusto?— pregunto de un modo realmente sínico,
y con una sonrisa desagradable que ya estaba odiando —pues aun no me he desquitado
lo suficiente por la vergüenza que tu actitud de perra me hizo pasar—
sujetándome la cara y luego alejándose de mí. Realmente estaba empezando a
odiarlo —por eso te voy hacer pasar por lo mismo. No me interesa tener a una
puta como tú como novia. Hay mejores mujeres, mas decentes y respetables y ya
he encontrado a alguien que realmente vale la pena. Alguien… que no es una
zorra—
Mientras más lo oía hablar más triste me
sentía. Esas palabras me habían caído como un balde de agua fría y me hacían
sentir de lo peor pero…
No estaba preparada para lo que él iba a
hacer.
Llamo alguien que entro a la habitación y
me sorprendí bastante al ver que se trataba de una Zephyrmon y… no era una
cualquiera. Ella… ella era mi amiga. Vivía cerca al lugar en el que Guilmon y
yo vivíamos, nos había ayudado mucho y nosotros también la habíamos ayudado
muchas veces. Era muy cercana a Guilmon y a mí, y en verdad la apreciaba y…
¿Qué estaba pasando?
Estaba tan débil y adolorida que ni
siquiera podía hablar y menos moverme. Solo podía ver a esa chica acercarse
Guilmon y… acariciarlo, quitarse su máscara para besarlo en la mejilla y
rozando sus pechos contra su brazo. Aunque no pudiera decir nada estaba
sorprendida, decepcionada y muy triste. Mi rostro reflejaba toda la tristeza
que sentía, pero a ellos no les importaba y solo me miraban como si se
burlaran.
—Tenías razón amor, ahora solo es una puta—
dijo ella abrazando a Guilmon y mirándome como… si le diera asco —Después de
todo lo que nos preocupamos y verla aquí… admito que no lo creía cuando lo
escuche y pensé que la obligaban pero… realmente parece una puta y se merece
todo lo que le pase. Ella no vale la pena pero… ¿realmente quieres hacer esto?—
—esa prostituta…— mirándome con enojo —no
le importó venir aquí a revolcarse con hombres aun cuando salía conmigo. Así
que menos me importa que vea que conseguido a alguien mejor… y que ella no vale
nada—
—jmjmjm, tienes razón cariño—
No… no podía creer lo que estaba escuchando.
Esto… no podía estar pasando… ¿Dónde había quedado el amor que él me había
declarado o la amistad que tenía con ella?
Realmente parecía que ya nada de eso importaba
y para ellos yo no valía nada.
Zephyrmon se quitó la ropa y se recostó en
el suelo para que luego Guilmon se recostara sobre ella. Sin importarles lo
triste que estaba y que los estuviera viendo… ellos solo se rieron de mi para
luego empezar a tener sexo frente a mis ojos.
Los veía y los escuchaba gemir de placer y
disfrutar de ese excitante momento mientras que mis ojos solo se llenaban de lágrimas,
los buenos momentos que recodaba que había pasado con ellos se hacían amargos y
sentía que mi corazón moría y se hacía pedazos.
Quería gritarles que se detuvieran, que no
me lastimaran más, pero no me salían las palabras y solo podía seguir viendo
como… estaba en una situación terrible y aquellos que se suponía debían
apoyarme solo habían pensado lo peor de mí y ahora me humillaban y me
traicionaban. Ni siquiera puedo describir lo que ellos hacían, porque lo único
que sentía era dolor.
Paso tal vez una o dos horas, no estoy
segura y la verdad ya no me importaba. El punto es que ambos habían terminado.
Zephyrmon se volvió a vestir y salió de la habitación mientras Guilmon recogía
todas las cosas que había traído y las guardaba en su maleta, me desataba los
brazos y las piernas, y me dejaba acostada en mi cama. Juro que de haber tenido
fuerza lo hubiera ahorcado, pero todavía me sentía muy débil y no sabía cuándo
me sentiría mejor, y aunque estuviera bien ese maldito collar no me dejaría hacerle
demasiado daño.
Solo podía quedarme quieta mientras él me
miraba por última vez con una sonrisa perversa, y me dedicaba unas últimas
palabras.
—Considera que la humillación ya ha sido
compensada. Ahora yo regresare a mi vida y tú quédate con tu vida de puta.
Adiós… ramera— dijo, y antes de irse me dio un beso en los labios, pero no era
un lleno de amor, y solo era una forma de humillarme más.
Guilmon y… ya no podía usar la palabra
“amiga”, se habían marchado.
Ahora estaba sola, débil, con un dolor punzante
en todo el cuerpo, con un rio de lágrimas en mis ojos y un corazón sin vida,
totalmente roto y con un terrible momento que se repetía una y otra vez en mi
mente, y que sabía que me torturaría para siempre. Renamon siempre decía que a
pesar de todo siempre debíamos mantener la esperanza, y que estaba segura de
que un día encontraríamos a alguien que nos amara. Pero…
Para mí eso se había terminado. Lo que
había pasado esa noche… me había quebrado por completo. Ya no creía en el amor,
ni en la amistad, menos tenia esperanza de que las cosas pudieran mejorar, ya
todo eso se había muerto junto con la historia de amor que una vez tuve con ese
Guilmon.
Pasaron las horas y poco a poco me empecé a
quedar dormida pero… en todo momento no dejaba de sufrir y sabía que nunca me
recuperaría. Estaba totalmente desecha, ya nada me importaba y ya no sentía
nada en mi destrozado corazón. Solo pensaba en una cosa y la decía en voz baja
mientras cerraba mis ojos y me quedaba profundamente dormida.
—Odio… odio mi vida. Solo hay dolor en mí…
y ya no quiero sufrir más. Solo… quiero…… morir—
La mañana siguiente fue como cualquier
otra. El sol salía y me daba en la cara, así como soplaba una suave brisa que
entraba por la ventana de mi habitación y me decía quera tiempo de levantar.
Ya era el momento de ir a desayunar y
encontrarme con las demás chicas, para luego regresar a mi cuarto y esperar a
la tarde y que nuestra maldita pesadilla empezara una vez más, y esa idea de
seguir con la misma rutina no me animaba en lo más mínimo. Tenía mucha hambre y
aunque fuera poco lo que nos dieran sabía que debía ir a comer si quería
sentirme mucho mejor pero…
La verdad es que en ese momento no había
querido levantarme. La verdad es que no podía. Aun me sentía deprimida, sin
fuerzas y sin ningún deseo de hacer nada, solo sintiendo en mi interior el
dolor por el que había pasado la noche anterior y repitiéndola una y otra vez
en mi mente. Y aunque suene terrible, yo… solo sentía que quería morirme… y ya no sufrir
más.
Trataba de darme ánimos y levantarme pero
simplemente era inútil. Me sentía terrible… en verdad me sentía terrible.
Pasaron varios minutos hasta que al final decidí
levantarme únicamente impulsada por mi hambre, porque todo lo demás ya no me
importaba. No tarde demasiado en llegar al comedor y ver a las demás chicas las
cuales habían unido al parecer varias mesas para comer todas juntas. No entendía
porque habían hecho eso aunque no le di mayor importancia. Varias de mis amigas
me vieron y me saludaron de una forma muy amigable, aunque hubiera querido devolverles
el saludo ni siquiera tenía ánimos para eso. Solo me senté en una mesa no muy
alejada de las demás, pero lo suficientemente alejada para estar sola.
—¿Te encuentras bien?— me pregunto Yashamon
mientras me dejaba el desayuno.
No hubiera querido se grosera con él, pero
en verdad no tenía ánimos de nada, y solo le hice un gesto para que entendiera
que no quería hablar. Yashamon había entendido el gesto y se había marchado, así
que ahora podía desayunar pero… a penas y di unos cuantos bocados y ya no quise
comer. Cada momento me sentía más triste y más decaída y ni siquiera quería
comer aunque tuviera hambre. Solo me sentía devastada, vacía, y aunque ya había
intentado olvidarlo lo que me había sucedido aún seguía atormentando. Solo di
un bocado más y deje la comida a un lado para seguir sufriendo en silencio
porque ya nada me importaba, ni siquiera las cosas que mis compañeras decían a
pesar de alcanzarlas a oír bastante claro.
—Entonces… ellas pasaron por mucho
¿verdad?— comento Ranamon, algo decaída —es muy triste que ni siquiera muertas
puedan alejarse de este miserable lugar—
—Lo mismo pensé en ese momento— comento
Renamon —y créanme que aun ahora me siento mal por ellas y porque no puedan
dejar este lugar para siempre. Pero… a pesar de todo lo que ellas pasaron ellas
nunca perdieron la esperanza, y aun hoy no la pierden—
—¿A pesar de todo lo que pasaron ellas
nunca perdieron las esperanzas?— pregunto Gatomon.
—Así es— le respondió Renamon con una
sonrisa —y ellas… aunque no podemos verlas nos apoyan, y aunque saben que es
difícil dicen que debemos mantenernos fuertes—
Seguí escuchándolas y más o menos me enteraba
de lo que hablaban. Al parecer la noche anterior había logrado sacar su alma o
algo así por medio de una técnica de su raza usando como ayuda una constelación
muy poco usual. Había llegado al mundo de los espíritus y había conocido a
otras chicas que antes habían sido prisioneras en este lugar, incluso se había encontrado
con Flamedramon, una chica de la que era muy amiga y de la que había escuchado
mucho desde que llegue ahí. Incluso había dicho que todo ese viaje lo había
hecho solo para encontrar a su madre y al final la había visto aunque fue por
poco tiempo.
También contaba un poco las historias que
aquellas prisioneras le habían compartido, y al escucharlas todas, incluso
Renamon se ponían algo tristes. Pero cuando Renamon les contaba las cosas
buenas que todas ellas le habían dicho, que no debían perder las esperanzas ni
rendirse, las chicas se volvían a animar e incluso parecían sentirse un poco
mejor. Lamentablemente eso no había ocurrido conmigo. Yo aún seguía triste y
lamentándome y… nada me podría hacer sentir mejor.
Una vez Renamon había terminado su relato,
todas siguieron comiendo su desayuno y no tardaron mucho en verme y darse
cuenta lo triste que estaba, aunque hubiera preferido que no me notaran.
Todas me miraban preocupadas y querían
saber que me sucedía para tratar de ayudarme, y como era de esperar, la primera
en acercarse fue Renamon.
—Hola Guilmon ¿te encuentras bien?— mirando
mi expresión triste y notando que casi no había comido nada —No has comido ¿Estás
bien? ¿Te sientes enferma?—
Sé que Renamon se preocupaba por mí, como
lo hacía con las demás, y en verdad quería responderle y desahogarme un poco
para sentirme mejor, pero sencillamente estaba muy triste para hacerlo y… había
una razón más.
Esa noche, antes de que Guilmon llegara yo
había encendido la televisión solo para saber cómo estaban mis amigas y
esperando que estuvieran bien, y a la primera que vi fue a Renamon acompañada
por ya novio Exveemon, ambos contentos y muy felices, disfrutando estar juntos
y demostrándose su amor. Eso me había dado esa pizca de esperanza que luego
había perdido, y ahora que lo recordaba me sentía aún más triste y sentía mucho
enojo y envidia hacia Renamon.
Ella noto como estaba y que difícilmente
podría hablar, pero no se fue y en su lugar se sentó a mi lado, manteniendo su
distancia para no incomodarme. Estuvimos un largo tiempo calladas hasta que
ella decidió hablar.
—No sé lo que sucede Guilmon… pero sé que
estas muy triste. No quieres hablar y tampoco has querido comer, y créeme, se
lo que es eso. Yo también me sentido tan triste que realmente no quisiera hacer
nada, ni siquiera salir de mi cuarto y es que… lo que vivimos en este lugar nos
puede hacer sentir así. Pero…— tomando mis manos —recuerda que no estás sola.
Todas aquí somos tus amigas y te apoyamos y también… si dejas que la tristeza
te domine solo sufrirás más. Debes mantenerte fuerte y tener fe en que todo
mejorara. Y si no te sientes tan fuerte… sabes que cuentas con nosotras, amigas
que te entienden y que siempre te apoyaran—
Y luego de eso me regalo una linda sonrisa,
y vi que todas a mi alrededor me sonreían también. Yo… yo sabía que las cosas
que me decía Renamon no eran simplemente palabras, eran cosas que ella
realmente creía y sentía, y tenía razón en que debía mantener la fe y no
rendirme, y sobre todo… que yo no estaba sola porque había otras como yo y que
siempre me apoyarían. En verdad sentía ese ánimo que ella siempre intentaba
transmitirnos así como su sincera y valiosa amistad, y yo quería sonreírle,
decirle también que tenía razón y abrazarla, porque en momentos como ese era el
tipo de apoyo que más necesitamos.
Pero desgraciadamente yo ya estaba muy
herida, destrozada y triste para eso. Mi corazón se había roto y ya no creía ni
me importaba nada, y a pesar del ánimo de Renamon… ya sentía que nada me podía
animar.
—Renamon…— dije finalmente, después de un
largo tiempo de no hablar —agradezco que quieras animarme, y lamento decirte
esto, pero…— soltándome de sus manos y levantándome de la silla —eso no
funcionara… nadie puede anime… y ya nada me importa—
Todo eso lo había dicho de una forma
realmente fría y dejaba ver lo mal que estaba en ese momento. No quería transmitirles
a las demás mi tristeza ni decir algo que las hiciera sentir peor, y comencé a
caminar hacia la entrada para regresar a mi cuarto y así sufrir sola.
—¡Guilmon espera!— le escuche gritar a
Renamon y voltee a verla —mira, si tú deseas estar sola está bien, lo entiendo
y sé que necesitas tu espacio…—
—No Renamon— la interrumpí, sin mirarla y
sin cambiar mi tono de voz —esta vez… ni tú… ni nadie puede entenderme. No
puedes entender… lo que estoy pasando—
—entonces… quisiera saberlo. Por favor dime
lo que te pasa y así podre entenderte—
Ella realmente se veía preocupada por mí,
al igual que todas las chicas y así sentí aún más que no estaba sola, pero eso
ya no me ayudaría. Como ya no me importaba nada pude explicarle no solo a
Renamon sino a todas lo que había pasado. Explique lo que Guilmon me había
dicho y hecho, sin omitir ni un solo detalle y mientras hablaba revivía ese sufrimiento
en mi mente y volvía a llorar.
Cuando termine mi historia todas estaban
horrorizadas de lo que había sufrido y que aun peor algo así lo hubiera hecho
alguien que había sido mi pareja y quien decía amarme. A varias de ellas se les
escapaba alguna lágrima y Renamon también lloraba.
Yo la veía y sabía que era sincera pero… también
volvía a sentir la ira que sentí hacia ese par de traidores que decían quererme
y hacia Renamon.
—Guilmon… no tenía idea. Yo… realmente lo
lamento— decía, realmente triste por mí —sé que necesitas tiempo para
recuperarte y no te molestare más. Pero sabes que si necesitas a alguien—
colocando su mano sobre mi hombro —siempre podrás contar conmigo—
—¡NO!— grite, quitando su mano de mi hombro
con agresividad y alejándome de ella.
Ahora miraba a la zorra amarilla y al resto
de las digimons con una expresión llena de furia que las asustaba y las hacia
preocupar más por mí. Realmente no quería hacerlo pero la furia de esa
humillación ahora me dominaba y hacían expresar todo mi dolor y todo lo que
pensaba y sentía desde esa noche.
—Guilmon… por favor tranquilízate— me pedía
Renamon, manteniendo su distancia y muy asustada y preocupada, pero no quería
escucharla.
—¡NO!— le grite —¡¿Qué no lo entiendes?!¡Tú
no puedes entender lo que siento! ¡El hombre al que yo amaba vino hasta aquí, y
estuvo conmigo! Ninguna había tenido esa oportunidad. Yo… yo he sido la única que
ha podido ver a una de los digimons que han sido importantes en nuestra vida… y
de los que fuimos alejadas. Y… ¡¿Y de que sirvió eso?!¡a él no le importó que
yo sufriera ni que estuviera encerrada contra mi voluntad y menos le importo
que fuera violada!¡él solo pensaba que era una ramera y una puta, me dijo que
me odiaba y me dejo aquí… sin importarle nada!— mientras más gritaba más volvía
a recordar esa noche y más furiosa me sentía —¡y si no fuera suficiente volvió
a venir solo para torturarme, traicionarme con mi mejor amiga y dejarme en
claro que para él ya no valía nada!—
—Guilmon te entiendo…—
—¡No entiendes nada!¡no digas que me
entiendes cuando tú has sido tan afortunada!¡a ti te visita un hombre que te
ama y te trata con cariño!¡él solo te quiere y nunca te ha maltratado ni te ha
decepcionado y siempre que puede estar contigo así que… NO ME DIGAS QUE ME
ENTIENDES PORQUE NO ES ASÍ!—
—pero…—
—Yo te vi anoche por la televisión. Estabas
con él… haciendo el amor… siendo tratada con cuidado y dulzura. Mi novio vino a
verme y yo…— volviendo a llorar —yo… solo quería experimentar la misma
felicidad y ese mismo placer que tú sentías… con alguien a quien amo. Pero él
me decepciono y me humillo—
—Guilmon…—
—¡POR ESO TÚ NO PUEDES ENTENDERME!— le volví
a gritar con todas mis fuerzas y toda mi ira —¡Deja de tratar de animarme
cuando no sabes lo que siento!— toda el dolor que había sentido esa noche salía
cada vez más a flote y ahora miraba a todas las chicas —¡Deja de decir que
mantengamos la fe y todas ustedes dejen de creer en esa basura!—
Deje de gritar y solo caí de rodillas en el
suelo. Estaba dejando salir todos los sentimientos de mi muerto corazón y… el
hecho de que ya nada importa.
—de nada… de nada sirve mantener la fe, ni
tener esperanza. Al final todo eso morirá en vano… porque jamás saldremos de aquí—
ahora hablaba en un tono apagado y triste, y mis ojos volvían a llenarse de lágrimas,
como si no hubiera llorado lo suficiente ya —y aunque salgamos… de nada servirá
porque para todos solo seremos zorras, putas, mujeres que se vendieron y nadie
le importara lo que sintamos o sufrimos… porque nos traicionaran. ¡Solo mírenme!
El chico del que me enamore ni siquiera se preocupó por mí y solo pensó que lo
había engañado y que me gusta. Me humillo y ahora para él solo soy basura, y lo
peor… sin importarle mis sentimientos me engaño con mi mejor amiga y tuvo sexo
con mi mejor amiga. No vale la pena tener esperanza… ni amor… ni amistad. Esas
cosas… ya no valen nada para mí… porque a nadie le importo—
Mientras más hablaba más se quebraba mi
espíritu. Ya todas sabían cómo me sentía y entendían porque estaba actuando
como lo hacía pero… ya no importaba, ya no me importaba nada.
—Ya no me importa nada— decía —solo tengo
dolor y sufrimiento, y cualquier esperanza… no sirve. Mi vida… ya no me
importa… no vale nada. Ya… yo no quiero seguir—
Mi espíritu se había quebrado por completo.
Aquella tristeza de esa noche me había ido consumiendo toda la noche hasta ese
momento. Ahora… ya nada podía salvarme y lo único que había en mi era solo una
idea… la de dejar de sufrir.
—No quiero seguir sufriendo. A nadie le
pesara lo que me pase porque a nadie le importo y mi vida no tiene valor— levantando
una de mis garras hasta mi pecho.
No importaba que ese collar anulara
nuestros poderes, aun podía usar suficiente presión para atravesarme. Sería
algo rápido y tal vez sin dolor… terminaría mi vida… y dejaría de sufrir.
—Nada me importa… solo… solo quiero morir—
acercando aún más mi garra, y segura de que pronto… mi vida y mi dolor
terminarían.
Pero…
Antes de que acabara con todo alguien se
acercó a mí y sujeto mi garra, para luego alejarla de mí. Me sorprendí bastante
de eso y vi que quien me había detenido era Renamon. Creo que había una parte
de mí que estaba agradecida por eso pero… otra estaba bastante furiosa y no
tarde en demostrarlo.
—¡Renamon ¿Por qué me detienes?!— Le
gritaba totalmente dominada por la ira —¡¿Qué no entiendes todo lo que siento y
todo lo que sufro?!¡Mi vida ya no tiene ninguna importancia, no tengo nada por
que vivir ni a nadie a quien le importe, solo quiero morirme de una maldita vez
y terminar con esto!—
Y antes de que siguiera gritando Renamon
hizo algo que nunca creí que fuera capaz de hacer. Ella me dio una fuerte
bofetada que se escuchó y me dejo una enorme marca. Todas estaban sorprendidas
por eso y tal vez yo era la más sorprendida por eso.
Pronto me recupere del golpe y quería gritarle,
incluso golpearla también si era necesario, pero no hice nada de ello. Antes de
que pidiera hacer nada ella me abrazo fuertemente, incluso estaba llorando y sentía
sus lágrimas bajar y llegar hasta mi cuerpo. De pronto todo el enojo que había sentido
hacia solo un momento parecía haber desaparecido y no sabía que decir, pero mi
amiga si lo sabía y se alejó un poco de mi para que pudiera verla.
—Guilmon… nunca vuelvas hacer algo así— me
dijo y se veía muy triste.
Continuara…
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Bueno,
ha sido un largo de no publicar aquí traigo un nuevo capítulo, solo que
queriendo hacer algo especial para mi personaje principal, decidí darle algo de
participación a una secundaria y aunque sé que la hice sufrir mucho, realmente valdrá
la pena.
Inicialmente
quise hacer este capítulo más largo, pero pensé que sería bueno no poner tantas
cosas y pensé más bien hacer un capítulo más, el cual estoy seguro que será largo.
Así que aquí
esta una vez más este fic, tardado pero no muerto. Agradezco sus comentarios y
no leeremos después :)
Pensé que no volvería T-T ... Lástima que no te alcanzara el espacio
ResponderEliminarno fue que no me alcanzara el espacio, es que considere que no era bueno que fuera tan largo y por eso lo corte
EliminarPensé que no volvería T-T ... Lástima que no te alcanzara el espacio
ResponderEliminaraños leyendo y nunca sabré el final
ResponderEliminartriste pero que diablos señor Figueroa
las cosas son así.