martes, 20 de mayo de 2014

CAPITULO 6, EL DRAGÓN AZUL


Han pasado casi seis meses desde que mi querida amiga Flamedramon nos dejó.
Aun después de ese tiempo, su ausencia sigue siendo muy dolorosa para todas, en especial para mí.

Todavía sigue muy presente las muchas ocasiones en las que ella me animaba y me acompañaba cuando me veía triste, siempre alegrándome un poco y permitirme desahogarme con ella, contándole todas mis penas. Así mismo, recordaba el momento en el que me dijo el porque me apoyaba tanto, su historia, pero más importante, cuando me dijo que estaba enamorada de mí y me lo demostró, tanto con palabras como con gestos… y al hacer el amor conmigo más de una vez.
CAPITULO 5, ADIOS… MI GRAN AMIGA
                           

El lobo ya estaba a punto de tocarme hasta algo que no veía venir sucedió.

-¡¡¡ESPERA!!!- grito alguien.

Al escucharlo, fue como si todo el nervio que sentía desapareciera de golpe. El Blackweregarurumon no se acercó más a mí y la expresión de su rostro cambio a una de sorpresa, como si ese grito hubiera hecho desaparecer las intenciones de que tenía de tocarme, y tal vez fue eso lo que me calmo.
El lobo negro, Digitamamon, todas las chicas y yo volteamos a ver quién había gritado de esa manera, aunque yo ya sabía, por su voz, pero debía verla para estar segura.

Tenía razón, era Flamedramon.
Sin embargo al verla, vi en ella una expresión que jamás había visto. Mostraba los colmillos y gruñía, y en sus ojos... ya no mostraban esa alegría que siempre transmitían, en vez de eso estaban llenos de odio y furia.
Blackweregarurumon me dio la espalda y se dirigió hacia donde se encontraba mi amiga. Cuando estuvieron frente a frente, la expresión de Blackweregarurumon mostraba el mismo enojo que Flamedramon mostraba, tal vez incluso más. Tal vez el que ella le gritara que se detuviera era una especie de desafío al que debía responder con una mala actitud, pero la dragona azul no se dejaba intimidar y mostraba su enojo y furia.
Capítulo 4, Flamedramon
                                          

Estaba completamente atrapada. Me encontraba con la cama debajo de mí y con Flamedramon encima. Había dejado el juego sexual de lado y ahora solo se dedicaba a besarme.

Sus labios se movían suavemente sobre los míos a un ritmo muy lento, dándome una sensación muy agradable, una especie de calidez y tranquilidad. Sin apartar sus labios de los míos, pasó sus brazos por debajo de mí y me dio un fuerte abrazo. Esto no daba el mismo placer que el sexo, pero la felicidad y el cariño que transmitía ese abrazo y esos besos eran sin duda superiores. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero fue el más feliz de mi vida.

Con mucho cuidado, ella dejo de besarme y me miró fijamente, nuevamente con ojos llenos de ternura.