sábado, 29 de marzo de 2014

CAPITULO 3, UN DÍA DE DESCANSO

Mi día había empezado, extrañando mi hogar y mi vida anterior a la pesadilla que estaba viviendo ahora. Había estado triste, pero gracias a las palabras de mi amiga Flamedramon, pude recuperar un poco los ánimos, algo que en un lugar tan miserable es muy importante, ya que con los ánimos de seguir adelante, viene también la fuerza de luchar y seguir, así como la esperanza de que todo un día mejoraría.

Eran cosas que yo ya estaba perdiendo, pero que por algún motivo, Flamedramon no perdía, pese a todo lo malo que le sucedía y a lo triste que podía terminar de una noche de maldito trabajo. Envidiaba eso, pero también deseaba tener la misma fuerza que ella tenía, aunque ella parecía siempre dispuesta a darme un poco de aquella fuerza.

Salimos de mi habitación y nos dirigimos hasta el comedor de aquel lugar.

El comedor, al igual que nuestras habitaciones, tenía paredes de un color gris, igual de húmedas y malgastadas que las de nuestras habitaciones, y ventanas altas con rejas. Lo único bueno del comedor, si es que realmente hubiera algo bueno en ese lugar, era que el comedor era amplio, con un techo alto y muchas ventanas, haciéndolo un lugar iluminado y menos deprimente que nuestras habitaciones, pero nuestros collares estaban permanentemente en nuestro cuellos, por lo que escapar no era una opción viable.

Había muchas mesas y nos sentamos a esperar el desayuno, que era servido por el único hombre a parte de Digitamamon que trabajaba ahí, un Yashamon. Este digimon parecía ser el cocinero del lugar. Era bastante amable aunque no hablaba mucho, y por lo que me decían sus ojos, no solo a mí sino a todas, es que él se sentía casi igual a nosotras. Nadie lo abusaba ni nada, pero se sentía un prisionero y sin valor. Pero además, entre algunas de las digimons, corría el rumor de que en las noches, Yashamon era puesto en una habitación similar a las nuestras para ser abusado por digimons hembras que frecuentaban ese lugar. La verdad no sabía si este rumor era cierto, pero él llevaba un collar parecido al nuestro, por lo que podría ser verdad.

CAPÍTULO 2, MI HOGAR

Capítulo 2, Mi hogar

Una nueva noche había llegado, y con ella una nueva jornada de tortura para mí.
Después de lo que los dos Leomons me habían hecho, esperaba que no volviera repetirse, que esa noche pudiera admirar el paisaje nocturno que existía fuera de aquel cuarto donde estaba encerrada. Las montañas, el bosque y a algunos de los digimons que siempre salían. Algunos eran jóvenes buscando simplemente pasear o jugar, o más grandes, con algún plan en mente o simplemente disfrutando la noche.
Bien decían que en un bosque como ese, en una noche de luna llena era el momento perfecto para que los amantes salieran y expresaran su amor. Quisiera tener esa oportunidad algún día, tener a alguien que verdaderamente me quisiera y que yo también quisiera.

Pero debía ser realista. Yo jamás podría tener esa oportunidad, y tampoco podía descansar en la noche para seguir observando el mundo exterior, y menos con el digimon que en ese había entrado a mi cuarto y venido a buscar mis servicios.
Era curioso, pero por un momento extrañe a los dos leones cuando vi de qué digimon se trataba. Era un Kyukimon, quizá uno de los digimons más raros de ver por aquellos lugares. Me asusté mucho al verlo, tenía casi el doble de mi tamaño, un pelaje rosa con una cabellera y una cola azul, unos brazos y piernas que se veían bastante musculosas, dos enormes cuchillas salían de sus brazos y que parecía ya haber usado antes para eliminar a muchos otros digimons. Su apariencia en si era aterradora, pero lo que realmente me asusto de él fue su mirada y su sonrisa, se veía como un verdadero demente. Eso me tenía paralizada y temiendo por mi vida, él pareció darse cuenta de mi estado, del temor que recorría mi cuerpo, y al parecer… le gustaba verme así.

miércoles, 26 de marzo de 2014

CAPITULO 1, UNA TRISTE NOCHE

CAPITULO 1, UNA TRISTE NOCHE

La noche ya había caído, era el momento de empezar mi jornada de trabajo, aunque hubiera deseado que mi trabajo fuera algo completamente distinto a lo que ahora hago.

Me asome por mi venta para observar el mundo exterior, un enorme bosque que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Puede ver a varios digimons salir del bosque y venir en dirección hacia este lugar, aunque eso era lo que menos me interesaba, solo me interesaba ver el exterior, y como Renamon que soy, mi vida estaba en el exterior, correr, saltar y pelear.
A pesar de ser de noche, podía ver claramente el bosque, las montañas que se veían tan cerca aunque en realidad estuvieran muy lejos de ese lugar, un enorme cielo, adornado con cientos… no, con miles de estrellas y una gran y hermosa luna. Eso era tal vez lo que me atraía más, la luna. Al verla, sentía una gran felicidad, una sensación que no haba sentido en mucho tiempo.
Como me hubiera gustado salir de ese lugar, ir a la cima de una colina y recostarme en el césped, para poder admirar aquel hermoso paisaje y sentirme… sentirme libre.

Pero cuando toque mi ventana, sentí aquellos barrotes de acero que me hicieron volver a la realidad.